Santiago de Cuba,

Céspedes murió peleando como último recurso de lucha

27 February 2024 Escrito por 

Sin escolta, pues le fue negada por el gobierno que lo destituyó de sus cargos, mal vestido y mal alimentado, dedicado al magisterio para ayudar a los niños de San Lorenzo, y sin haber renunciado a
uno solo de los principios que lo convirtieron en el hombre que con su ejemplo personal impulsó el inicio de las guerras por la independencia de Cuba, Carlos Manuel de Céspedes escogió, el 27 de Febrero de 1874, morir peleando como último recurso de lucha.

Admito que como Periodista y NO historiador avezado en tales campos, escribir sobre la vida y la muerte de Carlos Manuel de Céspedes, más que un acto de valor, es un atrevimiento, pues considero que no hay en la historia de Cuba un hecho sobre el que falte más luz que los sucesos entorno a su destitución, abandono en las montañas de San Lorenzo y posterior caída peleando por su dignidad.

Para el primer Presidente de la República en Armas (12 de abril de 1869 - 27 de octubre de 1873) la fidelidad a sus principios le habían traído el peor de los desenlaces, los conflictos entre los miembros
del gobierno, el regionalismo y la desunión que a la postre hicieron agua la Guerra del 68 y la Guerra Chiquita, no permitían entender la necesidad de un mando único durante la República en Armas.

Narra la historia que cuando se supo de la conspiración entre varios de los miembros de la Cámara para destituirlo, uno de los oficiales que se alzó con Céspedes en La Demajagua, le ofreció sus tropas para combatir a los opositores, sin embargo, pienso que para dar con su sacrificio una gran lección a sus rivales internos, Carlos Manuel se negó pues eso avivaría las divisiones que a la larga le costarían el cargo como Presidente.

El apego de Céspedes a Cuba, la confianza en el pueblo y la desconfianza en cualquier convite externo para hacer alianza lo expresa cuando escribe un manifiesto “Al pueblo de Cuba” el 7 de
febrero de 1870: “Al lanzarse Cuba a la arena de la lucha, al romper con brazo denodado la túnica de la monarquía que aprisionaba sus miembros, pensó únicamente en Dios, en los hombres libres de todos los pueblos y en sus propias fuerzas. Jamás pensó que el extranjero le enviase soldados ni buques de guerra para conquistar su nacionalidad (...)”

También por esos tempranos años fue Céspedes capaz de ver las verdaderas intenciones de los Estados Unidos hacia Cuba y lo manifestó en una carta a José Manuel Mestres, representante diplomático de la isla en la nación norteña: “Por lo que respecta a los Estados Unidos tal vez esté equivocado, pero en mi concepto su gobierno a lo que aspira es a apoderarse de Cuba sin complicaciones peligrosas para su nación y entretanto que no salga del dominio de España, siquiera sea para constituirse en poder independiente; éste es el secreto de su política y mucho me temo que cuanto haga o proponga, sea para entretenernos y que no acudamos en busca de otros amigos más eficaces o desinteresados”.

Tales méritos, no les bastaron al líder para unir a los cubanos que estaban dispuestos a la lucha y como es sabido fue destituido, obligado a acompañar al nuevo gobierno y a la Cámara durante dos meses; le fue negado salir al extranjero para visitar a su esposa e hijos, se le confinó a la finca San Lorenzo, en la Sierra Maestra, uno de los hechos más tristes e injustos de ese capítulo de la historia nacional.

Sobre su muerte el 27 de febrero de 1874, se supo que una columna española penetró sorpresivamente en San Lorenzo, como
lo reflejó el propio revolucionario en su diario: “Hoy ha salido un criado en busca de cocos y trae la noticia de haber llegado una columna española”.

El historiador Yoel Cordoví Núñez, escribió: “El Padre de la Patria, luego de sus acostumbradas tareas diurnas, incluida la última partida de ajedrez con su coterráneo Pedro Maceo Chamorro, sale
a visitar a algunos vecinos de la intrincada comarca, en donde enseñaba a leer y escribir a los niños y dialogaba con los campesinos de la zona. Una niña se aproxima a la casa de "Panchita" Rodríguez, donde se encontraba Céspedes, y por el
camino descubre la presencia de soldados españoles. Al parecer, una traición ponía al descubierto su paradero”.

Lo demás es conocido por casi todos los cubanos, los españoles intentan capturarlo vivo, pero Céspedes pelea con su pistola hasta
que un disparo de fusil, a quemarropa, le atraviesa el corazón.

La muerte fue su último recurso de lucha ante la posibilidad de ser exhibido como trofeo de guerra, por el enemigo.

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Yuzdanis Vicet

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