Con ese espíritu Celia trabajó para Cuba hasta su último aliento, hoy son conocidas anécdotas de la heroína, como la ocasión en la que escapó a la carrera a campo traviesa, luego de ser detenida en un café en Campechuela, en momentos en los que se dirigía a contactar con una red de colaboradores del Movimiento 26 de Julio que operaba en esa localidad.

O cuando disfrazada, simulando estar embarazada y bajo el seudónimo de “Norma” entró hasta el cuartel de Melgarejo en El Cobre, a tomar café, y mientras colaban la infusión, intercambió con los guardias, quienes brindaron a la antojadiza todo tipo de información, que posteriormente fue utilizada en una entrevista con Frank País García en Santiago de Cuba, verdadero objetivo de la luchadora clandestina.

Igualmente se desdobló en soldado como integrante de Las Marianas, aquel pelotón femenino creado por Fidel en la Sierra Maestra; mujeres a quienes les confió su propia seguridad y les dio misiones decisivas en combates que podían dar giros estratégicos a la guerra. Celia fue una cubana que heredó la tradición femenina de defender su país, ya arraigada en Cuba por muchos ejemplos anteriores.

Luego del Triunfo de la Revolución fue firme defensora de la superación de los campesinos y sobre todo las campesinas de la Sierra Maestra, de que se trasladaran a becas y cursos de manualidades en la capital del país, ella no dejaba atrás a los suyos, el humanismo y la sensibilidad siguieron caracterizando su vida y relación con el pueblo.

Constante estudiosa y partidaria de la conservación del patrimonio histórico y documental de Cuba en sus diferentes etapas de lucha, Celia Sánchez Manduley, se hizo de un lugar indeleble en el recuerdo de varias generaciones de cubanos, de los que la conocieron y quienes tienen referencias de sus avatares; por eso, a 44 años de su muerte, el 11 de enero de 1980, sigue Celia en la memoria.