Santiago de Cuba,

Ser MADRE: una carrera sin relevo

11 May 2025 Escrito por 

Mi abuela decía que cuando llegan los hijos nunca más tienes tranquilidad, con el transcurso del tiempo -como dice el refrán-, me quito el sombrero y afirmo: ¡cuánta razón tenía la abu Choli!

Nada más tiene que caer en tu vientre esa personita y comienzan los miedos y preocupaciones: ¡se movió!, me duele la cadera, quiero hembra, cómo le pongo, el papá dice que si es varón el nombre lo pone él...

La maternidad, los cuidados extremos, las consultas, la canastilla, el parto acompañado, ese dolor casi imposible de aguantar, el alumbramiento capaz de motivar sentimientos encontrados: placer, alegría, satisfacción, curiosidad...hasta que por fin se escucha ese incomparable llanto que provoca lágrimas de felicidad, borrando todo lo sucedido en nueve meses de gestación.

Comienza la carrera sin relevo y con esta los miedos, las intensas jornadas de trabajo sin horario ni vacaciones ni días feriados; desvelos sin derecho al cansancio que nos convierten en un poco de todo: doctoras, enfermeras, adivinas, lavanderas, juezas, nanas…

Volvemos a los estudios primarios, haciendo a veces de maestra, repasadora, amiguita del equipo de clases, hasta convertirnos en cómplices de sus deseos, pagando cara esa complicidad que en ocasiones constituye un reto.

A su lado cursamos la secundaria, el pre o el politécnico, otra vez nos sentimos universitarias, damos el de pie para evitar ausencias y regaños, vivimos juntos angustias, preocupaciones, nerviosismos, madrugadas; acompañamos el repaso fuera de casa, la preparación de meriendas para el grupo...

Llega el gran día de convertir un sueño en realidad, el examen final, la discusión de la tesis, en la que siempre aparece una dedicatoria especial, que aunque pequeña se agiganta porque resume el altruismo de quien ha sido motor impulsor.

La ansiada graduación, la foto familiar, las lágrimas de felicidad por la meta lograda, el agradecimiento a quien nunca flaquea por duro que sean los tiempos, por quien lo da todo sin pensar en recompensa ni gratitud.

Cada año cumplido los hace sentirse adultos y no quieren escuchar, creen que lo saben todo; etapa de experimentar y parecerse a los demás para bien o para mal, fuman, se tatúan la piel, pelados y modas extravagantes, relaciones amorosas dudosas; creen que los consejos y alertas están de más y hasta nos consideran tóxicas, anticuadas, peleonas, metidas en sus asuntos... y es aquí donde comienzan los encontronazos e incomprensiones.

Pero también se hacen más independientes y empiezan a ser otros los dolores de cabeza: las salidas nocturnas, dormir fuera de casa, llegadas tardes, amistades peligrosas..., y vuelven los desvelos, el insomnio, las malas noches, la ansiedad ante la larga espera, y solo cuando llegan regresa el alma al cuerpo, recuperamos el aliento y la tranquilidad.

Las madres no son perfectas, eso es verdad, y en ocasiones también son egoístas, se sienten las únicas capaces de proteger y piensan que los hijos siguen siendo pequeños, aunque peinen canas.

Pero también son únicas, corredoras de una carrera sin relevo y con obstáculos durante toda su vida, con arrancada cuando conocen que llevan en su vientre el tesoro más preciado y con la meta cumplida y medalla de oro cuando reciben el cariño y el amor de ese, su gran amor; no solo el segundo domingo de mayo, sino todo el año.

Hoy será un día de festividad, celebración y veneración, dedicado a esa persona insuperable: las madres, esa persona que bien podía llamarse maravilla, porque es capaz de darlo todo, hasta su último aliento, por los hijos.

  • Compartir:
0 Comment 1291 Views
Angela Santiesteban Blanco

Email This email address is being protected from spambots. You need JavaScript enabled to view it.

Escribir un Comentario

We use cookies to improve our website. Cookies used for the essential operation of this site have already been set. For more information visit our Cookie policy. I accept cookies from this site. Agree