Tal vez otras personas piensen igual que él o existan las que también erróneamente consideran que las dificultades y problemas que afrontamos hoy no tienen solución.
Recordemos que Estados Unidos ya fue dueño de nuestro archipiélago durante 60 años (1898-1958). Era dueño de las principales industrias y riquezas de Cuba que, bajo un sistema neocolonial, fueron a parar a sus arcas.
En esa etapa, gran parte de la población rural cubana carecía del servicio eléctrico y se alumbraba con los llamados candiles o lámparas de luz brillante y nada más. Solo una ínfima parte poseía plantas eléctricas para disponer de ese servicio 3 o 4 horas diarias.
Eran muy pocos los cubanos que tenían posibilidades de los servicios médicos, la educación, el deporte y la cultura. Muchos vivían en extrema pobreza, bajo un régimen de explotación y exclusión. El imperio, para mantener su dominio sobre Cuba, promovió y apoyó la dictadura batistiana, responsable de la muerte de más de 20 000 cubanos y empeoró, aún más, las condiciones pésimas de vida.
Con el triunfo revolucionario del primero de enero de 1959, la vida cambió. El pueblo conquistó sus derechos y comenzó a tener -parafraseando a Nicolás Guillén- lo que tenía que tener, y logra que casi la totalidad de los habitantes contara con el servicio eléctrico y elevara su calidad de vida.
La actual dirección de la Revolución, continuadora de la histórica, heredó su valentía y el heroísmo de convertir los reveses en victoria y trabaja con inteligencia y dedicación para vencer, como ha quedado demostrado ante las más de 240 medidas adoptadas por el presidente Trump, encaminadas a profundizar el bloqueo económico, financiero y comercial para destruir a Cuba.
También, con el apoyo de nuestro noble y heroico pueblo, controló la Covid-19, enfrentó los siniestros en el hotel Saratoga y en la Base de Supertanqueros de Matanzas, y estoy seguro de que saldrá victoriosa en la normalización del Sistema Eléctrico y en la recuperación de los territorios afectados por el potente huracán Ian.
Mientras unos pocos se dejan confundir y otros se empeñan en entregar el país al vecino del Norte, somos muchos los que confiamos en que se está trabajando con empeño por salir adelante, vencer los obstáculos que nos impone el bloqueo y la crisis económica.
Cuba ha vivido muchos momentos difíciles, pero la unidad y la confianza en la Revolución siempre han sido nuestras mejores armas.