Su visión de justicia social, soberanía y unidad mantiene una resonancia profunda en un país que, pese a los cambios globales, defiende sus principios anticolonialistas y su aspiración a un mundo más equitativo. Como escribió Martí: "Los derechos se toman, no se piden; se arrancan, no se mendigan", una frase que hoy resuena en la resistencia cubana frente a presiones externas y en la reivindicación de su autodeterminación.
La ética martiana, centrada en el deber ser y en el bien común, permea aún el discurso político y social de la isla. Su idea de que "Patria es humanidad" trasciende el nacionalismo estrecho y se refleja en la solidaridad internacionalista de Cuba, desde las misiones médicas hasta su apoyo a causas justas en el mundo. Para Martí, la independencia no era un fin en sí misma, sino un camino hacia la dignidad plena del hombre, principio que hoy sustenta proyectos educativos y sanitarios de acceso universal en la isla.
Sin embargo, la vigencia de Martí también genera debates. Algunos cuestionan si su ideal de república "con todos y para el bieb de todos" se ha realizado plenamente, pero a pesar de contradicciones económicas y limitaciones políticas seguimos creyendo que es posible. Era profético su antimperialismo cuando aseveró, "Viví en el monstruo, y le conozco las entrañas", una advertencia eterna contra el dominio de Washington.
En las calles, escuelas y medios cubanos, Martí está presente: sus versos se recitan, sus ensayos se estudian y su imagen simboliza la lucha por una Cuba soberana. Pero más allá del bronce, su pensamiento exige recreación crítica, no culto estático. Como él advirtió: "La mejor manera de decir es hacer". Hoy, la vigencia de su legado se mide en acciones, no en monumentos: en la capacidad de Cuba para construir, desde sus raíces martianas, un futuro que reconcilie justicia, libertad y prosperidad.
Martí, el apóstol, sigue siendo compañero de camino. Su utopía concreta —hecha de amor y lucha— desafía a Cuba a no conformarse, a seguir "poniendo alma a alma y mano a mano" en la construcción de una patria que, como soñó, sea verdaderamente para todos.