En el callejón del Maito como se le conoce a su barrio visité la casa de Ricardo, a penas el llegaba del trabajo, saludé, me presenté y al decir a que venía me acogieron con una gran sonrisa él y su esposa y en la comodidad de su hogar comenzamos a conversar.
"Desde que nací prácticamente estoy allí, empecé en la agricultura y con el pastoreo con los animales ayudando a mi padre porque no tenía edad para trabajar ni para cobrar (...) luego entré al matadero de ganado hasta ahora", entre risas me cuenta Ricardo.
Ya refiriéndose a su función en la UEB me dijo "mi función es salir a comprar el ganado pero como en estos momentos hay un solo matarife también apoyo la labor del sacrificio de ganado(...) ahora mismo en nuestra granja el proceso de sacrificio se debe a la ocurrencia de un accidente a un animal en la zona porque todos los animales están siendo trasladados hacia el cárnico, pero no nos afecta en nada ya que cuando se cumple el plan se nos paga nuestro salario".
Entre risas y algunas anécdotas impresionantes con voz ya firme afirma "mi trabajo allí es fuerte, cuando hay que buscar animales por ahí la cosa se pone caliente``(...)´´ buscar animales para comprar es difícil a veces nos ponen transporte cuando la distancia es lejana pero cuando son de por aquí cerca lo buscamos a caballo, pero en algunas ocasiones hemos a caballo hasta Nueva Escocia que queda en las zonas bajas de la Gran Piedra a pasarnos una semana recogiendo animales cerreros en una finca de crianza que tenemos allí para traerlos hacia acá, tarea que es muy dura y difícil".
Resumiendo y agregando algunas cosas Casanova me dice "este trabajo es complicado aquí chapeamos, hacemos guardia, sacrificamos vacas, como somos pocos hacemos de todo, a veces empatamos un día con otro y más cuando se sacrifica ya que comenzamos a las doce o una de la mañana para que la carne llegue fresca a la tienda porque nuestra nevera está rota".
"Ahora mismo allí para criar solamente tenemos algunos caballos que nos confiere la policía ya que algunos de ellos han sido robados y otros se les han escapado a sus dueños, allí los cuidamos hasta que su propietario lo reclame", lo cual según el peón ha sucedido ya que me contó que "hace poco un campesino de tercer frente vino hasta aquí a recuperar su potra".
Ya después de haberme emocionado con algunas de sus sorprendentes historias se me hizo reconfortante saber que a pesar de las trabas, faltas de recursos y malas gestiones que existen allí aún encontremos hombres como éste que con alegría y cariño siguen luchando, en este caso con el lazo en la mano ajustando firmemente a la montura del caballo alguna que otra res brava, sin importar el terreno o la distancia manteniéndose con el deseo de brindarle al pueblo los productos cárnicos que tan necesario son.