“Salió hermosa en esa foto”, dije luego de saludarlo con un beso en la frente y tomar la fotografía en mis manos.

“Ella era hermosa”, respondió suspirando con un aire soñador. “¿Entonces? ¿Me ayudarás o este pobre viejo tendrá que revisar y ordenar todo solo?”, fue inevitable el reírme de su tono.

“¿No fue para eso a lo que vine? ¿Por dónde empiezo?”, di vueltas señalando las pilas de cajas en el suelo.

“Por donde quieras cariño, tienes mucho para escoger, solo recuerda una cosa, el tiempo pasa para todo y para todos, no sólo las personas envejecemos, nuestras posesiones también lo hacen”, habló con la característica sabiduría mientras señalaba todos los objetos a su alrededor.

Había cajas de pinturas, cartas, discos de vinilo, casetes, libros y muchísimas cosas más, entretenida clasificando los contenidos de estas tropecé, tirando el contenido de una en el suelo, improperios salieron de mi boca al quejarme del golpe, y no pasó un segundo para escuchar el regaño del abuelo.

“¡Muchachita! ¿Qué palabras son esas? ¿Qué te pasó?”
“¡Nada! ¡Tropecé con una de las cajas!”, grité desde donde estaba mientras observaba algunas de las imágenes. Parecían antiguas, eran en blanco y negro, el papel que antes era blanco ahora se encontraba amarillento y faltante de algunos pedacitos, al parecer había sido el alimento de alguna polilla. Tomé algunas y se las entregué al abuelo.

“¿De qué año son?”, pregunté curiosamente, pues la fotografía siempre me ha interesado.
“Mmm, estas son de los años 60”, murmuró pasándolas una a una para verlas. “Esos años fueron de grandes cambios y logros, pues el país se comenzaba a construir y su pueblo buscaba afianzar de una vez por todas, su nacionalidad. El arte en esos años estuvo determinado y reglamentado por el profundo cambio político, social y económico que vivió la nación, y la fotografía, sin duda alguna, fue un pilar fundamental para mostrar la nueva realidad que se vivía”.

“Cuéntame más sobre la fotografía de aquel entonces”, pedí mientras me sentaba en el suelo a la espera de su relato, el abuelo sin dudarlo se sentó en su mecedora, con una cálida sonrisa y sus ojos rebozados de emoción al recordar el pasado comenzó a narrar.

“Los años 60 del pasado siglo marcaron un momento crucial en la historia de la naciente revolución cubana, y los artistas con su arte, reflejaban las grandes transformaciones que protagonizaba el pueblo junto a los líderes revolucionarios, donde la fotografía, en su empeño por inmortalizar dichos momentos cobró un papel fundamental en esa época. Ya te digo yo, si el triunfo de la Revolución en 1959 fue el momento más importante de nuestra historia, las fotografías que se realizaron de aquel momento en adelante se encargaron de enaltecer la grandeza de este hecho”.

“Los fotógrafos buscaban más que nada mostrar en sus imágenes los momentos icónicos durante dicha etapa, se centraba en temas como las concentraciones populares, marchas, desfiles, donde la Campaña de Alfabetización se destacó al igual que las Movilizaciones de Playa Girón, los trabajos voluntarios o las luchas contra bandidos. En estas fotografías se utilizaba una tendencia llamada realismo socialista”.

“Abuelo ¿Qué es el realismo socialista?”, pregunté al no haber escuchado nunca ese término.

“El realismo socialista fue una de las expresiones fundamentales de los 60, es un arte figurativo, donde se destaca al héroe, donde se ponderaba a una personalidad”, explicó con tranquilidad mientras tomaba otra tanda de fotos.

“¿Entones la foto clásica del Che pertenece al realismo socialista?”

“Exactamente cariño, y pertenece también a uno de los fotógrafos fundamentales del momento, Alberto Díaz Gutiérrez, más conocido como Alberto Korda. Te cuento que Korda en sus inicios había sido fotógrafo de estudio, pero luego se unió a Revolución, órgano de prensa del nuevo gobierno. Entre los mayores representantes de la fotografía en los años sesenta están: Raúl Corrales, este venía de la compañía Cuba Sono Films, donde llegó a trabajar como fotorreportero y también colaboró con las revistas Bohemia y Carteles. Liborio Noval, un fotógrafo autodidacta que desde 1957 abordó disímiles géneros, también documentó con gran sensibilidad la vida en las calles de La Habana, mi foto favorita de él, sin duda, fue la Clausura de la Campaña de Alfabetización en 1962.

Ernesto Fernández, comenzó su carrera en el mundo del arte como dibujante en la Revista Carteles y más adelante se incorporó como corresponsal y fotógrafo en distintos hechos que marcaron un hito en la historia como la Victoria de Playa Girón o la Lucha Contra Bandidos. Y claro, no podría faltar Mario García, conocido por todos como Joya Mayito, su conocimiento procedía de sus estudios en la Academia San Alejandro y de su paso como ayudante publicitario y fotógrafo de una agencia entre 1957 y 1958. Se destacó en su trabajo como cineasta, pero también en la fotografía, cosa que se puede apreciar en su ensayo fotográfico A la plaza con Fidel”, terminó de narrar con calma para luego ofrecerme las fotos que había separado, eran aquellas de las que me contaba.

“Sin duda alguna los 60 fueron los principales años de la fotografía cubana, las imágenes eran espectaculares, lo que demostraba la destreza y pasión de quienes las hicieron”, mencioné impresionada, es inevitable sentir admiración por un trabajo impecable.

“Claro que sí cariño, los 60 demostraron que la fotografía cumple un importantísimo deber no sólo en el arte, sino también para revivir momentos pasados, para inmortalizar recuerdos”.