Ojalá pudiera volverse el tiempo a atrás. A la distancia de dos décadas se valora muchísimo más aquel encuentro en el que la adolescente no dijo una palabra, a pesar del asombro de ver, al fin, a quienes había oído mencionar muchas veces. Sabía que compartir con ellos el viaje en auto a casa sería un privilegio para recordar toda la vida porque Eloína y Vitelio eran nombres recurrentes en la voz de la maestra que le enseñó a amar este idioma.
Allá por los '90, los profesores de Lengua Española utilizaban la Vacuna Ortográfica VAL-Cuba, una metodología novedosa para prevenir y erradicar las faltas ortográficas en la escritura de sus alumnos.
Gracias a esa "vacuna" de Miyares y Ruiz, muchos niños adquirimos saberes que entonces resultaban indispensables para avanzar en los concursos de la asignatura, y que luego se revelarían como lo que son: cinceles para tallar sueños.
Por eso cada una de estas líneas tiene el aderezo de la gratitud y acaso la añoranza de una entrevista que no sucedió.
El próximo 26 de julio, se cumplirán nueve años del fallecimiento de la maestra normalista, la madre de ocho hijos, la Premio Nacional de Pedagogía y de la Asociación de Lingüistas de Cuba... la mujer enamorada de su tierra.
“Santiago de Cuba es para mí la vida… Adoro todo cuanto tenga que ver con Santiago: su paisaje, los niños, los peloteros, los artistas, su historia extraordinaria, y nuestro pueblo con su carácter, su alegría… Hasta comerme un mango de bizcochuelo es especial para mí… Me estimula ser santiaguera, vivir, crear aquí, y las muestras de cariño que he recibido como reconocimiento a mi obra, que es también de Vitelio, mi compañero en la vida y el trabajo", comentó Eloína en uno de sus encuentros con la M.Sc. Rosaida Savigne Sánchez y el Dr.C. Giovanni Villalón García, autores del libro Científicas cubanas, memorias y reflexiones.
"La Dr.C. Eloína Miyares Bermúdez era graduada de la Escuela Normal de Maestros de Oriente y licenciada en Letras. Era una eminente investigadora que revolucionó, junto a su esposo, el campo de la lingüística aplicada en Cuba.
"Sus obras más importantes son el Vocabulario Activo-Funcional del Escolar Cubano, el Diccionario Ortográfico del Español, el Diccionario Escolar Ilustrado, y el Diccionario Básico Escolar", dijo a Sierra Maestra Villalón García.
El también director del Centro de estudios sociales cubanos y caribeños Dr. José A. Portuondo, habla con admiración de la mujer de ciencia.
"Era una pedagoga de la palabra. Decía que para salvar la cultura primero había que salvar la lengua. Y los importantes resultados científicos que obtuvo demuestran la vehemencia con que ella y su compañero defendieron la identidad, la cubanía, desde la lingüística y la pedagogía.
"Ahí está su obra como intelectual; pero también está la familia que construyó con Vitelio, quien fue fundador del Centro de Lingüística Aplicada. Hoy ese centro de investigación, que tiene a su haber resultados de alto impacto lingüístico-pedagógico en el país, lo dirige uno de sus hijos, el Dr. C. Leonel Ruiz Miyares... De hecho, puede decirse que su legado trasciende el ámbito de la ciencia porque todos sus hijos son profesionales que han aportado a la cultura, y gozan de prestigio en la sociedad ", observó.
Por el rigor científico de su obra y la consagración al desarrollo de la lingüística y la pedagogía, fue reconocida como Personalidad de las Ciencias en esta provincia, y distinguida con el Título Honorífico de Heroína del Trabajo de la República de Cuba. A pesar de los múltiples reconocimientos, nunca perdió la inmensidad de su sensillez.
Cuentan los autores que "era una mujer de conversación ligera y fraterna, de hablar pausado, firme y cálido que invitaba al diálogo con facilidad".
Y vuelve la nostalgia de lo imposible a inundar estas líneas. Quién pudiera disfrutar de su pericia para usar las palabras justas con un tono exquisito, sin altisonancias ni rebuscamiento; sino con la belleza que da al hablante el buen decir. Quién pudiera volver a aquel viaje en el tren, a aquellos minutos en auto camino a la casa junto a Eloína y Vitelio... Pero el tiempo no puede echarse a atrás...
Sirva, entonces, el elogio de Sierra Maestra a quien sigue viviendo en la utilidad de su legado. Sean estas modestas palabras el homenaje de las generaciones que -sabiéndolo o no- llevan en sí la impronta de la inolvidable pedagoga.
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