Instituida en una antigua funeraria para las clases sociales más favorecidas antes de enero de 1959, la empresa comenzó con la fabricación de tabletas, más tarde introdujo la producción de vendas enyesadas y luego las soluciones parenterales y concentrados para hemodiálisis.
Jorge Orestes Fernández, titular de la empresa, calificó el entusiasmo inicial de los fundadores como presagio de los posteriores logros económicos y científicos de la institución, a la vanguardia en las estrategias de desarrollo del país desde su surgimiento.
Refirió la sustitución de maquinarias obsoletas por tecnología avanzada con el devenir de los años, materializada en la instalación de líneas de envasado, blisteado de pastillas y el reciente emplazamiento de una moderna planta de sales de rehidratación oral que cubre la demanda nacional y crea fondos exportables.
En la actualidad aplican la ciencia y la innovación en proyectos dirigidos a minimizar importaciones, como la producción de cloruro de sodio con calidad farmacéutica, Metronidazol y Ringer Lactato en bolsas de suero, suplementos vitamínicos y sustancias de origen natural, en tanto potencian el encadenamiento con entidades nacionales para la fabricación de gasa y yeso.
Los avances, unidos a la dedicación, entrega y sentido de pertenencia del personal, favorecieron durante 50 años el éxito del centro, formador de científicos dotados de igual proporción de profesionalidad y amor por la labor.
El sello distintivo del lugar radica en el humanismo, hermandad y altruismo característicos de los trabajadores, según aseguró Zelaida Derribal, especialista del Laboratorio Químico de la entidad.
Con casi 35 años de experiencia en el ramo, afirmó sentirse como en casa en las locaciones del lugar que la acogió en 1986 y donde pretende envejecer, pues los conocimientos aprendidos, consolidados y transmitidos a los más jóvenes también conforman la historia de su vida.
Evaluó el trabajo en equipo como una fortaleza, y destacó el impacto de las alternativas aplicadas durante la década de 1990, para sustituir reactivos dirigidos a la elaboración de medicamentos destinados a la sociedad.
Cuando era imposible importar materias primas, y en medio de un bloqueo económico, comercial y financiero recrudecido, las plantas productivas se mantuvieron activas gracias al ingenio y perseverancia de los investigadores, y representará siempre un honor pertenecer al colectivo que obró esa hazaña, explicó la especialista.
De acuerdo con Derribal, la crítica etapa de lucha contra la COVID-19 y el reto asumido por la institución, con el propósito de garantizar el abastecimiento de algunos fármacos necesarios para la atención hospitalaria, constituye muestra del lazo casi consanguíneo del colectivo.
A decir de Carlos Leyva, graduado de Ingeniería Industrial y con poco más de un año en el centro, cada obrero, desde su responsabilidad, se siente miembro de una familia en la que aprendió a poner la ciencia en función de la vida.
Significó la obligatoria rotación por cada área especializada y el constante acompañamiento de los expertos, con el objetivo de contribuir a su formación integral.
Consideró al laboratorio una cátedra para el sector y la vida, dadas las enseñanzas adquiridas en favor de la salud y las relaciones humanas.
Esta institución, perteneciente al Grupo Empresarial de las Industrias Biotecnológica y Farmacéutica de Cuba BioCubaFarma, surte a la nación de un grupo importante de medicamentos, fabricados en cinco líneas productivas con novedoso equipamiento y por profesionales comprometidos con la calidad de vida del pueblo.
Arriba a cinco décadas en condiciones superiores a las imaginadas en el momento de la fundación y con el vivo recuerdo de quienes, por generaciones, lo convirtieron en un hogar y consagraron sus energías e inteligencia a la noble tarea, impulsada por el Comandante en Jefe Fidel Castro.