El Dr. C. Arturo Salmerón, jefe de la Dirección de Conservación y Manejo de la Biodiversidad, destacó que algunas de estas fueron declaradas desde la década de 1970, como es el caso de Siboney-Juticí, reconocida como una zona de conservación natural, sobre todo por los valores bioespeleológicos que tiene.
“Las áreas protegidas atesoran los valores más representativos de la flora y la fauna, los hábitats y ecosistemas en nuestro país y favorecen el mantenimiento de la biodiversidad. Su declaración es una manera de adoptar una medida legal que permita su conservación, siempre bajo la óptica de la gestión sostenible de los recursos.
“También se reconoce el aporte fundamental de estos espacios para el bienestar del ser humano, así como el respeto a los valores naturales que atesoran y su capacidad para generar fuentes de empleo y beneficios a la sociedad, si se habitan y manejan de forma sostenible”, puntualizó.
En estos sitios se crean algunas estaciones científicas y se elaboran planes de manejo que consisten en las estrategias de conservación para periodo de tiempo prolongado, lo que permite desarrollar las acciones de conservación, investigación y educación ambiental.