Termina diciembre y decir “el último año ha sido difícil” es casi una tradición, igual que comer uvas en nochevieja o quemar el muñeco de trapo que exorciza lo negativo antes de cambiar el almanaque. A tono con los tiempos, quizás este 31 sea necesario chamuscar otra cosa, en búsqueda de mejores resultados cualquiera pudiera ser útil, si ya no hacen falta justificaciones para hacer catarsis.
Los avatares cotidianos y los altos precios que se arraigan hablan por sí solos, pero también los grandes esfuerzos que impulsan esta provincia y tienen rostro, nombre, voluntad de pueblo trabajador, indiscutibles aun cuando las jornadas “normales”, sin apagones, parecían un sueño lejano.
Miradas a la Cuba de hoy, diversa, con sus luces y sombras. Tantos criterios en la población como espacios hubo para debatir el nuevo Código de las Familias, finalmente aprobado en referendo este 2022. Emergieron el “por qué”, el “cómo”, el “no entiendo” y sobrevino el “entendamos” en torno a cuestiones sensibles e imposibles de ignorar en nuestra sociedad.
Si algo se recordará del año que concluye, es que más de una vez los cubanos nos unimos en el dolor, que vivimos juntos las tragedias en el Occidente del país. Si algo deberá recordarse, es que cuando las horas eran críticas aparecieron manos para ayudar. Tampoco olvidemos aquellas que ya no están o las que están lejos: amigos, vecinos, familiares, porque las ausencias se sienten.
Comienza una nueva etapa, con oportunidades y tanto por hacer. Que esta vez la gracia sea considerable, nos la merecemos.