En el sufragio, 12 países votaron a favor, dos (Reino Unido y Suiza) se abstuvieron, y Estados Unidos votó en contra.
El representante de Rusia criticó la decisión estadounidense, afirmando que «intenta quebrar la voluntad de los palestinos y obligarlos a someterse a Israel».
Una vez más, el imperio yanqui utiliza a la ONU como comodín para imponer su política hegemónica y, bajo presión, no permite que Palestina sea miembro de la organización internacional.
Cuando el Consejo de Seguridad emitió su voto a la petición palestina de ser reconocido como un Estado miembro, posición que ya tiene el visto bueno de más de 140 países integrantes de la ONU, el Gobierno del país sede volvió a anular el interés de la gran mayoría, e impuso el no reconocimiento.
Esta vez, los de la Casa Blanca hicieron un vergonzoso lobby para impedir una votación favorable a la aceptación del Estado palestino. Para ello, usó al representante de Ecuador, con el objetivo de «convencer a otros Estados» a votar en contra.
Un cable del Departamento de Estado, del pasado 12 de abril, según información filtrada a la que tuvo acceso The Intercept, llama, sin respeto alguno, a «persuadir a los miembros del Consejo de Seguridad para que rechacen cualquier propuesta de membresía del Estado palestino».