Por estos días, el sitio cobra aun mayor notoriedad por su vinculación con el también rescatado por el ingenio y el empuje santiaguero, Festival MatamoroSon.
Ocurre que el inmueble en cuestión, será en muy poco tiempo el Centro de Interpretación de la Música Cubana, con el son como bandera y todo por medio de los discos de vinilo a los que no pocas firmas y figuras de renombre en el canto en el mundo están regresando.
En esencia en el lugar estará el proyecto Son Eros que lidera Omar López, director de la Oficina del Conservador de la Ciudad, un coleccionista por excelencia de estas pequeñas joyas del universo musical.
Por lógica, en el espacio teórico del Festival no podía faltar una intervención de López, relacionada con “Son Eros”, y tampoco una conversación del Sierra Maestra con este arquitecto y buen amante de la música cubana.
“Aprovechamos la ocasión del MatamoroSon para presentar este proyecto en el cual venimos trabajando ya hace bastante tiempo y que titulamos Son Eros; siempre se dice ´soneros´ pero en realidad, en este caso es Son y Eros: el amor por el son… el Dios del amor y el son.
“Y dentro del proyecto Son Eros, como máximo nivel de desarrollo, está la creación de un Centro de Interpretación de la Música Cubana, que sería La Casona del Son, o sea: la sede que tendrá el proyecto en la Plaza Dolores, edificación en la que ya estamos en la fase final de su acondicionamiento”.
El sitio al que se refiere el arquitecto Omar López es un viejo edificio de arquitectura colonial, que data de 1780 y está empotrado entre el Bodegón Criollo, centro gastronómico que conserva también una estructura colonial, y la modernidad, representada por el recinto de la Agencia Bancaria, todo ubicado en la calle Aguilera, entre Calvario y Reloj, frente al emblemático Parque Dolores o Parque Aguilera, o más recientemente: Boulevard santiaguero.
Según las apreciaciones del Director de la OCC, al inmueble lo distinguen su frente con balcones colgadizos y corridos y una conservación excepcional en esta antigua ciudad, de los arcos de madera y otros elementos interiores en los que sobresalen las maderas preciosas y duras, todo con una estructura antisísmica, poco usual en edificaciones de aquella época.
Especialistas de la OCC y del Fondo Cubano de Bienes Culturales, y maestros y alumnos de la Escuela Taller de Oficios de Restauración Ugo Luisi, también de la OCC, han laborado arduamente en este recinto de finales del siglo XVIII, que primero fue vivienda familiar, luego Casa de Huéspedes y Colegio de Contadores, y ya a finales de su vida útil y en un precario estado constructivo, cuartería, interior o ciudadela, en su segundo nivel.
“Allí estará Son Eros, proyecto que aspira a dar a Cuba, al mundo, un lugar donde apreciar mejor la música, a través de una colección importante de vinilos patrimoniales…
“O sea, no podemos olvidar que el formato vinilo es el soporte de la música mundial en el siglo XX. Es un formato que cayó en decadencia cuando surgió el cassette, el CD… pero, evidentemente era un soporte musical.
“Estos vinilos contienen el acervo musical cubano y por lo tanto reunirlo en una colección para tenerlos allí donde pueda beberse en esa fuente; donde pueda investigarse sobre orígenes de la música; sobre los cultores más importantes de la música… ese será el objetivo principal.
“El corazón del proyecto es esa colección de vinilos patrimoniales. A partir de ella haremos exposiciones; daremos a conocer figuras prominentes de la música de diferentes épocas, porque hay personas que pasa el tiempo y mueren y si no vuelven como concepto de memoria a formar parte de la cultura propia pueden perderse.
“Entonces el sentido de este proyecto es precisamente, que siendo Santiago de Cuba una Ciudad Creativa en la Música, se muestre a través de esto que tiene un acervo; que tiene una tradición; que tiene una cultura musical ancestral, y todo eso este Centro lo va a proteger, lo va a conservar, a salvaguardar para las presentes y futuras generaciones”.
Desde la etapa infantil y cuando aprendimos a leer nos llamaba la atención en aquellos hogares con tocadiscos que visitábamos, que las placas fonográficas decían Panart; después vimos otros Gema, Capitol… Omar se refirió a eso:
“Panart es la primera entidad discográfica cubana. Se llamó inicialmente, Pan Art, o sea arte panamericano en inglés. Pero el pueblo, rápidamente buscó una fórmula de cubanizar el término, entonces se le puso el nombre de Panart, que incluye las mismas letras pero unidas, y que incluye un sonido diferente”.
Sobre aquella base nació después del triunfo de la Revolución, el sello Egrem y sus vinilos, y todo lo que vino después que también forman parte del “tesoro” que resguardará la Casona del Son o Centro de Interpretación de la Música, en la calle Aguilera.