Mi familia es más extensa. Pero solo esa pequeña cuantía convive conmigo. Más allá de mi casa, existen abuelos, tíos, primos que complementan mi sangre.
Los padres y los abuelos, son por lo general los de la voz cantante, los que llevan el sartén por el mango, los que dicen las calientes y las maduras. Pero son también los de más experiencia, los que transmiten saberes y costumbres, los que forman, los que educan.
Hay familias donde mamá y papá no están y otros se encargan de tan importante rol. Hay otras donde mamá juega el papel de dos y se de otras donde es papá el que ha logrado hacer crecer a su descendencia.
Las hay alegres, alocadas, musicales y rítmicas, vaciladoras y cumbancheras. Las hay serias, madrugadores y reservadas. Las hay unidas, preocupadas, sobreprotectoras. Las hay de todos modos, familias al fin.
Las hay conformadas por vínculos de amor y no de sangre. A esas que el nuevo Código de las Familias las nombra afín, pero que ocupa gran cantidad de nuestros hogares y en buena medida.
Las familias son la célula de la sociedad. De ellas salen conformadas las personalidades e individualidades. De ellas se aprende a vivir en colectivo, auque parezca trabalenguas, y a respetar las opiniones y criterios ajenos.
Las familias son abrigo y sostén en los momentos de crisis. Y son apoyo y abrazo eterno en los de felicidad.
Para todas las familias, para las cubanas, para aquellas que perdieron un pedazo de sí este día 6, llegue nuestro agradecimiento, nuestro apoyo y nuestra confianza de que en su seno, saldremos siendo mejores seres humanos.