Santiago de Cuba,

Ernesto Tizol Aguilera, siempre en la vanguardia

30 June 2023 Escrito por  Jorge Wejebe Cobo

Ernesto Tizol Aguilera fue uno de los pocos asaltantes al Cuartel Moncada en quien Fidel confió de antemano el lugar y los objetivos de la acción al acompañarlo, en abril de 1953, a Santiago de Cuba y nombrarlo responsable de alquilar la Granjita Siboney, acondicionarla con la fachada de un negocio de cría de pollos y esconder en esta las armas que recibían, con el apoyo del santiaguero Renato Guitart.

Aquel joven de 27 años no le falló al líder revolucionario durante todo el proceso de preparación, ni durante el ataque y fue fiel a sus ideales hasta el último día de su vida, ya después del triunfo del primero de enero de 1959.

Tizol Aguilera nació el 15 de agosto de 1925, en la zona de Santa Lucía, actual provincia de Holguín, en el seno de una familia humilde y de niño estuvo muy cerca de la miseria y explotación existentes en el campo cubano. Poco a poco iría adquiriendo conciencia de la necesidad de cambios trascendentales en la Patria, tal como proclamó la Generación del Centenario del natalicio de José Martí, de la cual sería destacado integrante.

Como muchos de sus contemporáneos se estableció en La Habana a la edad de 15 años, para estudiar y trabajar en la búsqueda de un mejor destino, pero su vida no transitaría por tiempos tranquilos pues el golpe de Estado de Fulgencio Batista el 10 de marzo de 1952 le demostró que la lucha revolucionaria era el único camino digno para los jóvenes de entonces.

Conoció a Abel Santamaría, por medio del cual llegó a la Universidad de La Habana, centro convertido en hervidero de conspiraciones de la juventud Ortodoxa, y se vinculó estrechamente a Fidel, con quien compartió la necesidad de rechazar la politiquería reinante de los partidos tradicionales y la inoperancia de muchos.

Desde el principio participó en la organización de un verdadero movimiento revolucionario para enfrentar a la dictadura por la vía de las armas, con el apoyo de las masas oprimidas.

No resultó tarea fácil el propósito de Fidel de fundar una nueva doctrina insurreccional cuando buena parte de la izquierda de la época estaba paralizada, a partir del falso concepto promovido en los años de frustración de la seudorrepública de que una revolución solo se podía hacer con el ejército o sin el ejército, pero nunca contra el ejército.

Tizol integró el grupo de la vanguardia que partió desde La Habana para llevar a cabo las acciones del 26 de julio de 1953 y durante la noche y madrugada del 25, en la Granjita Siboney, cuando Fidel explicó a los combatientes los asaltos que realizarían a las fortalezas militares Carlos Manuel de Céspedes, en Bayamo, y Guillermo Moncada, en Santiago de Cuba, fue uno de los pocos que no se sorprendió ya que desde semanas antes estaba en la preparación de tales maniobras.

Resultó uno de los combatientes que condujeron los carros hacia el Moncada, donde estuvo en los primeros encuentros, pero al no poderse ocupar la instalación, porque se perdió el factor sorpresa como estaba concebido, logró retirarse del lugar y salir de la ciudad hacia Holguín, pero lo detuvieron y no negó su participación en el ataque.

En el juicio que formó parte de la causa 37, lo condenaron a 13 años de prisión junto a Oscar Alcalde, Pedro Miret y Raúl Castro por considerárseles “Autores dirigentes de un delito consumado contra poderes del Estado”. Estuvo encarcelado hasta la amnistía decretada en mayo de 1955, cuando marchó al exilio a Estados Unidos.

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Tras su regreso, al triunfar la Revolución en 1959, Ernesto Tizol cumplió numerosas tareas en la economía, así como otras misiones en el desarrollo avícola en la zona norte de Oriente, trabajó además en el Ministerio de Comunicaciones y en el Instituto Cubano de Radio y Televisión.

Fue embajador en Checoslovaquia durante seis años y desempeñó responsabilidades en la Marina de Guerra Revolucionaria. Se destacó siempre por su entusiasmo y fidelidad hasta que lo sorprendió la muerte el primero de julio de 1984, hace ahora 39 años.

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