Las ideas emanadas de este evento serán trascendentales en la medida en que logren materializarse en los barrios, que son la columna vertebral de la labor cederista. Y es precisamente ese el mayor reto: revitalizar la acción de los Comités, en uno de los períodos más complejos de los últimos años.

Como nunca antes se han recrudecido el bloqueo y la subversión ideológica, principales armas en la guerra no convencional de Whashington contra el modelo socialista cubano. También se han agudizado las deficiencias internas y, como suele ocurrir durante las crisis, afloran comportamientos que nada tienen que ver con los valores y principios éticos inherentes a la Revolución.

En este contexto, el barrio es el epicentro de los desafíos que enfrenta hoy la población cubana. Allí confluyen personas de todas las edades y se viven con mayor intensidad las complejidades de este momento. Por eso, el Gobierno lleva adelante un programa para la transformación de las comunidades con mayor vulnerabilidad.

Por eso, el mayor imperativo de la organización –y así se debatió en el Congreso- es revitalizar y fortalecer sus estructuras y accionar movilizativo, aglutinador, preventivo y de respaldo a las tareas de beneficio a la economía y a la población.

Como afirmó el Primer Secretario del Comité Central del Partido y presidente de la República, Miguel Mario Díaz-Canel Bermúdez, no es posible separar a los CDR de la construcción del socialismo en Cuba, por tanto es impensable el futuro de la nación caribeña sin la labor cederista, que sus 63 años ha sido esencial para promover la participación popular en apoyo a las políticas, programas y tareas de la Revolución.

De ahí la importancia de este Congreso, cuyo escenario más relevante fue el barrio. En esos encuentros se escucharon las preocupaciones, insatisfacciones y sobre todo las propuestas para robustecer la organización a partir de la realidad de cada cuadra.

De esos análisis, emanaron los asuntos que se evaluaron en la cita clausurada el jueves último en el Palacio de Convenciones de La Habana.

El cónclave examine temas prioritarios, que a juicio de esta reportera resultan estratégicos para la nación: la atención a la política de cuadros y a las tareas de la economía; la vigilancia revolucionaria y la labor preventiva; así como el perfeccionamiento del trabajo ideológico, especialmente con las nuevas generaciones.

Urge dar un vuelco a la situación actual de las estructuras de base de los CDR en esos tópicos, para atemperar la organización a los retos actuales de la sociedad.

Todos somos cederistas

Horas antes de iniciar las sesiones del evento, el Héroe de la República de Cuba Gerardo Hernández Nordelo, ratificado como coordinador nacional de los CDR, destacó en entrevista con la Agencia Cubana de Noticias que entre los apremios está impulsar las tareas de apoyo a la economía: el respaldo a los programas y campañas de Salud (donaciones voluntarias de sangre, enfrentamiento a contingencias sanitarias y trabajo conjunto con el médico y la enfermera de la familia); la recogida de materias primas, la producción de alimentos a través del movimiento “Cultiva tu Pedacito”, la limpieza e higienización de las comunidades y el ahorro de portadores energéticos, entre otros cometidos.

Y para coronar este propósito, hay que consolidar la unidad de los cederistas. El logro de esa cohesión transita necesariamente por la identificación de las potencialidades de la comunidad y su articulación en pos de atender las preocupaciones y necesidades de los vecinos. Generar soluciones desde las riquezas endógenas del barrio, y con el concurso de todos, robustecerá la confianza de la población en los CDR, elevará la autoestima de los vecinos y estrechará los lazos entre ellos, pues nada une tanto ni es tan útil a la nación como trabajar en beneficio de todos.

Me atrevo a asegurar que la mayor lección del Congreso es que todos somos parte del cambio necesario para revitalizar la organización. Es tiempo de involucrarnos en su perfeccionamiento y defender sus principios fundacionales. Los CDR son una fuerza social inseparable de la Revolución.