Santiago de Cuba,

Nadie puede arrebatarnos la paz

23 March 2024 Escrito por  Mayté García Tintoré

Por estos días, mi ciudad ha vivido momentos difíciles desde que el domingo 17 de marzo en la tarde, se congregaran frente a la sede de la Dirección Ejecutiva del Distrito #3 Antonio Maceo -ubicada en Carretera del Morro-, un grupo de personas en desacuerdo con la situación electroenergética y la distribución de la canasta básica.

A este hecho se sumaron otros manifestantes en poblados y comunidades santiagueras; una situación compleja, alejada de la cotidianidad, pero a la que le dieron el frente las máximas autoridades del Partido y el Gobierno en Santiago de Cuba, encabezada por Beatriz Johnson Urrutia, nuestra Primera Secretaria.

Entonces, no hubo descanso, el diálogo con el pueblo fue constante, horas de desvelo buscando apremiar soluciones para que en la medida de lo posible, llegaran con mayor rapidez el arroz, la leche, el azúcar; productos que reclamaban los pobladores, y que para nadie es secreto que su distribución en los últimos meses ha estado seriamente afectada.

La realidad de lo ocurrido no es posible esconderla, que un grupo de personas salieron a la calle exigiendo ‘corriente y comida’, es verdad; está en esos videos que circulan en las redes sociales y con los que quieren denigrar la obra de la Revolución, pero también es verdad que nuestros dirigentes no se amilanaron y fueron de cara al pueblo para atender los reclamos, escuchar, dialogar, explicar; siempre en un ambiente de paz y sin prometer lo que no pueden dar.

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Sin embargo, detrás de los hechos hay mucho más. Usted no debería pecar de ingenuo y pensar que estos actos sucedieron de manera espontánea, que el pueblo al unísono -sin una manipulada convocatoria subversiva-, salió a las calles, un domingo (el mismo día de la semana que aquel 11 de julio) y justo cuando el país, y por consiguiente la provincia, atravesaban una complejísima situación con el déficit energético y con la distribución de la canasta familiar.

Por desgracia o quizás por suerte estuve allí. La primera porque fue denigrante el espectáculo de ver en primera fila reclamando a muchos de los que la Revolución protege con asistencia social y ayuda bajo el concepto de vulnerables; esos que en algunos casos venden hasta los módulos que les entregan gratuitamente, y se dan el lujo de ir a gritar y apoyar a aquellos que les pagaron tres kilos para buscar desestabilizar a la Cuna de la Revolución.

Fue un acto criminal el de esas madres que a pleno sol salieron con sus hijos a cuestas, para reclamar una leche que a veces ni los pequeños se toman, pues no pocas la venden a 2 000 pesos. Esas caras me las conozco bien, viven irritadas cuando el producto se demora, pues es una jugada perfecta que el Estado lo dé a precios módicos y sin disparar un chícharo, logren con su venta mucho dinero.

Vale recordar el refrán de mi abuela cuando decía ‘madre que se respete no expone a sus hijos jamás’. Y para nada estoy restándole importancia al tema de la leche, pues es un alimento vital en los niños, casi insustituible, y que ha tenido serias afectaciones; solo que cargar con ellos para una manifestación, a expensa de lo que pueda pasar, dice mucho de la calidad humana de la persona. No dan lástima, dan pena.

Otro punto y aparte merecen los desvinculados. Sí, esos vagos de mi zona y de áreas aledañas que estuvieron allí; muchachones jóvenes y fuertes, que ni estudian ni trabajan pero que reclamaban con fuerza. A ellos los quisiera ver por un segundo en medio del capitalismo, serían carne de presidio, o terminarían con una bala en la cabeza, porque nadie puede ir a bailar en casa del trompo.

Aquí, son los más hambrientos que nadie, los que más calor pasan cuando se va la corriente, y se dan el lujo de quejarse, cuando deberían bendecir a esta Revolución que ha sido demasiado benévola.

Ellos, que no tienen horarios para dormir o levantarse, porque no asumen una responsabilidad social ni oficio o profesión; los que pululan por las esquinas, viven del negocio ilícito, del invento, con los bolsillos abultados, tomando ron o cerveza lo mismo a las 9 de la mañana que a las 6 de la tarde; esos parásitos de nuestra sociedad, que reciben iguales beneficios que el pueblo trabajador, gracias a las bondades de un Gobierno que desprestigian, merecen el repudio del pueblo.

Otras caras pudieron ser trabajadores, amas de casas, jubilados y hasta curiosos, quienes sopesan los momentos que vivimos y quizás por falta de carácter, se dejaron llevar y cayeron en las redes de la manipulación, para sumarse al bando de los desagradecidos, de quienes quisieron usar este contexto de reclamos con fines desestabilizadores.

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Esos, además, demostraron su falta de información, su poca capacidad de análisis, porque no escuchan la radio, la TV, no leen el periódico y ni siquiera se informan por los canales oficiales en Internet y las redes sociales.

Sin duda, si fueran personas informadas, de antemano hubieran sabido las causas de tan prolongados apagones, y que la distribución del arroz, la leche, el azúcar y el pollo, ya estaba anunciada y se había dicho por todos los Medios de Comunicación de la provincia. No crea usted que porque un grupo salió a la calle llegaron a su bodega esos productos.

Por suerte, una vez más, quedó demostrado -como se dice en buen cubano-, ‘que esto no lo tumba nadie’, porque somos muchos los que tenemos un compromiso moral con la Revolución, los que crecimos con los sueños de Fidel, y aprendimos de él, que la Patria es sagrada y los principios y valores no se venden.

Sé que no vivo en una sociedad perfecta, me agotan los apagones y muchas veces el estómago me ruge, camino kilómetros, no me alcanza el agua, el salario dura horas en mi cartera y tengo sin cubrir muchas necesidades básicas, mas no me presto para ser cómplice de ningún acto contra la tranquilidad de mi país.

También sueño con un mejor futuro, sin carencias ni bloqueos, y sigo apegada al concepto fidelista de que Revolución es cambiar todo lo que deba ser cambiado, y así se viene haciendo a camisa quitada, porque los canales para tramitar inconformidades, quejas y expresar lo mal hecho están creados, aunque algunos no denuncian y prefieren responsabilizar a la Revolución de todo cuanto pasa.

Vivimos momentos excepcionales, y los cubanos hemos dado muestra de estoicismo, merecemos un monumento moral a la resistencia, porque han sido muchas las pruebas vencidas; ahora la subversión es de las batallas más feroces que enfrentamos, y debe tener el repudio de todo el que sienta amor por su país, por su Patria. Urge estar unidos y articulados.

Nadie puede lograr que entre cubanos nos enfrentemos, nada ni nadie puede arrebatarnos la paz, que es de nuestros más preciados tesoros. A quienes intenten violentar la tranquilidad ciudadana, quienes pretendan hacer de la Ciudad Héroe una ciudad sitiada, llevarán todo el peso de la ley, y deben tener el repudio de un pueblo que ha sido siempre de Patria o Muerte.

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