Aún así, no critico al que busque empleos mejor pagados aunque no sientan vocación por lo que realizan, las razones son miles, sobre todo si son el sostén de una familia o si tienen ciertos proyectos personales que ameritan recursos financieros. Lo importante es trabajar.
En estos tiempos, al menos para muchos jóvenes, trabajar en entidades estatales no resulta atractivo porque la inflación económica convierte a los salarios en incapaces de satisfacer las necesidades básicas. Lo que supondrá un reto mayor para las entidades que a su vez necesitan de un personal capacitado para producir y que esto se revierta en mejoras salariales. Por eso el llamado de trabajar con creatividad, de contratar un personal lo más preparado posible capaz de encontrar alternativas ante escaseces, ante el impedimento de comprar piezas de repuesto y a otras situaciones. Ejemplos hay muchos en cada territorio del país.
Pero, ante estas circunstancias no es de extrañar que mucha fuerza de trabajo joven aspira a abrir pequeños negocios, a emplearse en micro y medianas empresas con el fin de garantizar un salario afín con sus deseos y a tener emprendimientos propios. Lo cual también apoyo, el trabajo de la manera que sea, implica prosperidad personal y colectiva, ser útil y crecimiento espiritual.
Por otra parte, se han implementado algunas posibilidades como el pluriempleo y el trabajo a distancia, que posibilita mayores ingresos y facilidades personales.
Lo mismo se ejecutaron medidas salariales para quienes laboran en Salud y Educación, sectores con mucho éxodo profesional, con el fin de mejorar los ingresos, estimular la permanencia en el sector, horas extras, entre otras.
En esta última etapa, en beneficio de las madres trabajadoras, se añadieron algunos meses más a su licencia de maternidad, con el fin de que el pequeño sea cuidado por esta hasta que le otorgue capacidad para el círculo infantil o en las Casitas Infantiles, iniciativa a la que se han sumado varias instituciones.
Es cierto que las condiciones económicas del país no son las óptimas en estos momentos, pero solo puede existir prosperidad colectiva si nos sumamos al trabajo, por la variante que sea. No puede ser una opción el desempleo. Esta condición provoca negocios ilícitos, delitos y situaciones de violencia a lo interno del hogar.
Y en las comunidades vemos como cada vez crece el número de jóvenes desocupados. Algunos alegan vivir de remesas familiares pero el resto “inventa”. Y eso implica reventa de productos necesarios, ilegalidades o hechos delictivos, por solo mencionar algunos de los que más dañan a la sociedad.
Hace algún tiempo, era obligatorio que el joven estudiara o se vinculara al empleo, si no, era señalado por los factores de la comunidad, hoy no siempre es así. No hay sociedad, ni familia, ni persona que prospere si no trabaja según su posibilidad. Trabajar no solo implica un ingreso económico, también es mejorar la calidad de vida familiar, es sentirse útil y capaz, es tener estabilidad económica.
En qué emplearnos y cómo, lo decide cada cual según sus necesidades, vocación, talentos… pero algo sí les puedo asegurar, es que trabajar siempre será la mejor opción.