La madre de los Maceo, como también se le conoce, fue capaz de asumir la dirección de la familia, ser la figura de referencia para sus hijos, algo que en una época patriarcal de la que aún quedan rezagos, pudiera ser considerado imposible; contra Mariana no pudieron los prejuicios raciales o de género, fue capaz de enfrentar las penurias de la guerra en la manigua y no se quebró ante la pérdida de sus hijos y esposo.
Fue aquella mujer inmensa, merecedora de los más encumbrados elogios y reconocimientos del Héroe Nacional de Cuba, José Martí Pérez: “¿Qué había en esa mujer, qué epopeya y misterio (…) qué santidad y unción hubo en su seno de madre, qué decoro y grandeza hubo en su sencilla vida que cuando se escribe de ella es como de la raíz del alma con suavidad de hijo, y como de entrañable afecto?”
Del Líder Histórico de la Revolución Cubana, Fidel Castro Ruz: “…ya la historia nos hablaba de grandes mujeres en nuestras luchas por la independencia, y una de ellas la simboliza a todas: Mariana Grajales”. Y de sus hijos, de quienes recibió cariño y agradecimiento por haberlos educado en el amor a la Patria e inculcarles la necesidad de luchar por la independencia.
Los hijos de Mariana Grajales, fueron formados en valores patrióticos, humanos, en conocimientos y cultura que les permitía tener “Tanta fuerza en la mente como en el brazo”, en unidad en torno a la familia y a su país, Antonio y José Maceo son conocidos como los más prominentes exponentes de su prole, pero hubo más, hubo coroneles, tenientes capitanes… mucha sangre regó esa familia en los campos de batalla, también laceraban esas heridas a Mariana, pero la “Leona” no cedió.