Desde la capitalina esquina de Prado y Malecón, donde se sitúa el mausoleo en homenaje a estas víctimas del colonialismo español, Ricardo Rodríguez González, vicepresidente de la Federación Estudiantil Universitaria (FEU), reconoció que a pesar del tiempo el dolor por la injusticia cometida contra esas vidas inocentes continúa vigente.
Rodríguez González manifestó que en homenaje a ellos, la juventud cubana resiste cada día los embates del imperialismo que busca poner fin a la Revolución.
En nombre de la nación antillana, el vicepresidente de la FEU reafirmó su compromiso de defender la identidad como país y no ceder ante el monopolio imperialista.
?? “Han muerto; aunque presumimos que viven más desde que murieron. Han muerto, y fue su desaparición de entre nosotros olvido de justicia y de honor”.
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— Agencia Cubana de Noticias (@ACN_Cuba) November 27, 2023
Jorge Luis Guzmán Camps, secretario general de la Unión de Jóvenes Comunistas (UJC) de la Universidad de Ciencias Médicas de La Habana, dijo a la Agencia Cubana de Noticias que tradicionalmente cada 27 de noviembre la mayor de las Antillas rinde tributo a estos jóvenes vilmente asesinados.
Guzmán Camps catalogó a los sucesos de 1871 como un crimen atroz que hasta hoy impacta a estudiantes de todas las enseñanzas, y aún más, a los comprometidos con la noble profesión de salvar vidas.
Samantha Morero Castillo, estudiante de segundo año de la Facultad de Ciencias Médicas Victoria de Girón, expresó que el mayor homenaje que se puede hacer a la memoria de estos jóvenes es continuar la lucha y jamás claudicar ante las injusticias.
Presidieron el homenaje Roberto Morales Ojeda, miembro del Buró Político del Partido Comunista de Cuba y secretario de Organización; Jorge Luis Perdomo Di-Lella, viceprimer ministro de la República de Cuba; Aylín Álvarez García, primera secretaria del Comité Nacional de la UJC, y José Ángel Portal Miranda, ministro de Salud Pública, así como las principales autoridades de la capital.
El 27 de noviembre de 1871 ocho estudiantes de Medicina fueron condenados a muerte por el delito jamás probado en juicio de profanar la tumba del escritor y periodista español Gonzalo de Castañón, hecho que su propio hijo desmintió años después.