Al primer presidente de la República en Armas, depuesto el 27 de octubre de 1873 por sus detractores en la Cámara de Representantes, se le negó el permiso de marchar al extranjero y la protección necesaria para su permanencia en Cuba.
Solicitó varias veces pasaporte para reunirse con su esposa Ana de Quesada Loynaz y sus dos hijos pequeños en Estados Unidos; sin embargo, fue obligado a marchar por varios meses con el Gobierno de la República en Armas en difíciles peregrinaciones por la cordillera de la Sierra Maestra.
En febrero de 1974 se encontraba refugiado en la finca San Lorenzo con su hijo Carlos Manuel, único autorizado a acompañarlo.
Con la vista muy afectada y un revólver con pocas municiones enfrentó a la tropa ibérica de élite enviada a capturarlo. Dejó inconclusa su última partida de ajedrez, comenta la historiadora y periodista Marta Denis Valle.
Su hijo no estaba presente en el lugar, había salido a buscar un par de zapatos para sustituir los raídos del padre, cosidos con alambre. El joven coronel mambí Carlos Manuel de Céspedes y Céspedes escuchó el eco de los disparos demasiado tarde. Solo pudo recoger las escasas pertenencias dispersas; el cuerpo había sido tomado por las tropas enemigas como trofeo de guerra.
La museóloga Yuneisis Barroso Vázquez, del Cementerio Patrimonial Santa Ifigenia, afirma que todos los enterramientos de Céspedes han ocurrido en esta institución.
“Trasladado en una goleta de mercancías hasta la bahía de Santiago de Cuba y expuesto en el Antiguo Hospital de la Caridad, en la ciudad, sus seguidores comprobaron su deceso y el estado lamentable del cadáver.
“Su primer lugar de entierro estuvo ubicado en el patio G, en una fosa común. Cinco años después, sus restos debían ser exhumados para llevarlos a un osario público, pero varias personas que no concordaban con el régimen español estuvieron velándolos. Una noche los rescatan y trasladan hacia la fosa 123 del patio B, donde yace en secreto”.
El 16 de octubre de 1898 se hace público este hecho y se coloca una tarja donada por la inmigración jamaicana, como iniciativa de Emilio Bacardí, primer alcalde de la cuidad. ‘Ya tienes Patria’, se leía en esta. El 7 de diciembre de 1910 se reubican los restos y se marca el sitio con un monumento en mármol de carrara, realizado en Italia.
“El lugar escogido fue el patio E, donde está enterrado Perucho desde el año 2017. Hoy Carlos Manuel de Céspedes y del Castillo descansa en el complejo Revolución, en la parte frontal del cementerio bautizada Sendero de los Próceres, cerca de Mariana Grajales, la Madre de la Patria; José Martí, el Héroe Nacional; y Fidel Castro, Líder Histórico de la Revolución”.
A siglo y medio de su caída en combate el pueblo recuerda al Padre de todos los cubanos, y Santiago de Cuba se enorgullece de guardar sus restos, que descansan en Santa Ifigenia, tal vez para siempre.