Según las crónicas de la época, contó con la asistencia de alrededor de 500 pioneros santiagueros, y en el antiguo cuartel Carlos Manuel de Céspedes, de Bayamo, estuvieron presente unos 300 niños; hubo tres pioneritos soviéticos.

“Era la mañana/ de la Santa Ana,/ mañana de julio pintada de rosa./ Nadie presentía que saldría el Sol/ por la silenciosa granja de Tizol./ Santiago el Apóstol, marchito, dormía/ como derribado por la algarabía/ de conga y charanga, locura y alcohol./ Era la mañana/ de la Santa Ana.../ ¡Oh, la incubadora/ de la redentora/ granja Siboney!/ ¡Qué gloriosos gallos dieron a la aurora/ viejas y olvidadas posturas de Hatuey!”.

 

A casi seis décadas de esos instantes, se escucha el resonar vibrante, la emoción y los sentimientos con que Gertrudis Boizán Barrientos recitó los versos de la poesía Era la mañana de la Santa Ana, de Jesús Orta Ruiz, el Indio Naborí.

Aquella pequeña, hoy Directora de la Emisora municipal Radio Mambí, recuerda cada detalle: “Estudiaba en la Ciudad Escolar. La Organización de Pioneros José Martí y la UJC seleccionaron a los más destacados por sus resultados académicos y disciplina.

“Los lápices se hicieron con los rollos de tela; hubo flores. Todo esto representando a un cuartel convertido en institución docente; ya no eran armas sino lápices para estudiar. Yo sería la encargada del poema.

“Integraba el coro hablado en la escuela, dedicado a los Versos Sencillos del Héroe Nacional; actuamos en varias ocasiones en mi actual centro de trabajo: coincidencias de la vida que te muestran tu destino”.

Gertrudis llevaba repasando más de una semana cada letra, cada sentido de la palabra, el énfasis, las inflexiones de la voz, el suspiro, el verbo ahogado, lo que transmitía cada frase... “Tenía buena retentiva, niña al fin”, confiesa. No obstante, repetía las líneas siguientes, como un rosario:

“Iban decididos por la carretera.../Por todo el paisaje se abrió la bandera./ En la caravana de los inmortales/ iban dos mujeres de pureza estoica:/ también procedían de la granja heroica,/ de la incubadora Mariana Grajales./ Eran soles previos que con su alborada/ rasgaron las nieblas del cuartel Moncada/ La Patria en tinieblas vio sus rumbos claros/ a luz precisa de urgentes disparos./ Era la mañana/ de la Santa Ana./ La sangre vertida no fue sangre vana”. Luego continúa narrando:

“En la noche del 25 de julio dormimos  en la Granjita Siboney,  a los muchachos les fue imposible descansar, entre risas, historias; cada rincón del lugar inspiraba narraciones... De madrugada las máquinas que nos trasladaron iluminaron la salida hasta la escuela; nos tomamos codo a codo y empezamos a cantar la marcha del Movimiento 26 de Julio, cuya letra conocíamos al detalle”.

En aquel primer asalto simbólico hubo baile infantil, palomas, fuegos artificiales. Inolvidables, también, las palabras de Temita (Temis Tassende), hija del asesinado moncadista José Luis Tassende de Las Muñecas con apenas 28 años: “Me siento orgullosa de que hoy los pioneros tomen con lápices este lugar y no tengan que tomarlo con fusiles y sufrir lo que sufrimos por la muerte de mi padre”.

Gertrudis Boizán rememora su bajada por una de las escaleras del otrora cuartel, donde declamó de principio a fin “Era la mañana de la Santa Ana”:

“¡Qué ciegas estaban las manos de aquel/ que arrancó los ojos, los ojos de ensueño/ los ojos de Abel!/ ¡Los ojos de Abel!/ que ahora son estrellas de un cielo risueño/ y alumbran el paso triunfal de Fidel!/ Los mártires todos invaden el día,/ alegran ciudades, liberan el monte.../

“Ya escucho los cantos de Gómez García/ en rápido tránsito de flor a sinsonte:/ -26 de Julio: heridas/ por donde surgió la aurora:/ alta fecha vengadora/ de las fechas ofendidas./ Caliente sangre de vidas/ rotas por el heroísmo/ cuando traición y cinismo/ bailaban sobre un calvario.../ ¡Oh, rocío necesario/ a la flor del patriotismo!/ Es la voz de toda la tierra cubana:/ -¡Gloria a la mañana de la Santa Ana!”.

La familia Boizán Barrientos ha llevado en su corazón esos sentimientos de patriotismo; todos descendieron del poblado de Damajayabo, zona donde operaban y accedían a la Sierra Maestra a colaborar con el Movimiento 26 de Julio. Uno de los más de 10 hermanos de Gertrudis, José Antonio, cayó en combate en Moa.

Triunfada la Revolución y ya en su nuevo hogar en el reparto Sueño, cuando se crean los CDR, allí en la cuadra, su padre fundó el primer Comité  y se encargó de extender estas estructuras a toda la provincia.

Escogió escribir, hacer periodismo y se ha mantenido vinculada al sector de la cultura, del cual ha recibido distinciones nacionales.

 “Me encanta la radio, transmitir a las personas”. Empezó en el Departamento Informativo como mecanógrafa, Redactora, Auxiliar de Redacción, Jefa de Información, en la dirección de Programación, fue dirigente Sindical y como Directora se desempeña desde el 2007.

“Seguí superándome, redactando, haciendo programas, buscando información, que lo que yo conozca se transmita”. Estudió  Técnico Medio en Derecho, Licenciada en Comunicación Social, es Maestra de la radio, de radialistas, de periodistas, merecedora de medallas y disímiles reconocimientos, de los cuales no habla mucho por modestia.

Cuando era estudiante la conocí y advertí que la presencia de Gertrudis al frente de ese excelente colectivo, inspira el cumplimiento del deber, pues la disciplina inculcada por sus padres, la sencillez, el ayudar a todo aquel que lo necesite, son valores que transmite a diario;  el aporte social -hasta como donante de sangre-, pero sobre todas las cosas: su humanismo siempre la acompaña.