Durante las intensas lluvias que azotaron el centro y el oriente de Cuba muchísimos son los ofrecimientos de ayuda a través de las redes sociales, crearon grupos de solidarios en Facebook y Whatsapp para el acopio de recursos, otros brindaron sus servicios y sus manos para ayudar, y en el terreno gran parte de las personas protegidas fueron a casas de vecinos, familiares y amigos.
Numerosas son las imágenes que recorren el mundo, en las que se observan cubanos y cubanas comunes, rescatistas de la Cruz Roja, Bomberos, soldados de las Far y el Minint incluso oficiales de cualquier rango, caminando entre peligrosas aguas para rescatar personas, animales y resguardar bienes materiales de los efectos de este temporal, que vino a poner a prueba a Cuba y de paso confirmarme, lo que profesaba una compañera de estudios de la universidad: “Siempre puede ser peor”.
Otro ejemplo de las esencias que nos definen como sociedad y país fue la presencia en los puntos más complejos, de los principales dirigentes del Partido Comunista de Cuba y del Gobierno, evaluando en tiempo real para tomar decisiones, sin embargo, el verdadero efecto positivo en la gente fue la confianza y el acompañamiento en el momento, para muchos, el más complejo en toda su vida.
Estos hechos, nos parecen comunes y corrientes, porque estamos acostumbrados a la responsabilidad y el compromiso del Estado con la vida del pueblo y guardamos en nuestra memoria la actitud heroica del Líder Histórico de la Revolución Cubana, cuando expuso su vida durante el paso del Ciclón Flora, posiblemente el capítulo más doloroso de la historia de la Revolución enfrentando los fenómenos naturales. Eran los inicios y ya quedaba claro el valor de la vida para el proyecto social que emprendimos hace 65 años.
Cada vez que salimos vivos de fenómenos como este, es inevitable comparar con las estadísticas de otros países en situaciones económicas menos malas que el nuestro y que siempre cuantifican decenas de muertos, desaparecidos, mucha gente sorprendida por deslizamientos de tierra, crecidas de ríos, derrumbe de inmuebles, puentes arrasados, vías socavadas… los mismos efectos que provocaron las lluvias aquí.
En nuestro país NO mata la sorpresa, el agua o la tierra quebrada, sí puede hacerlo la terquedad, la imprudencia o la falsa interpretación del concepto de valentía: “ese río lo cruzo yo… no puede conmigo…yo me quedo aquí porque esta es mi casa y nadie me va a sacar…” entre otros ejemplos con los que tienen que lidiar la Defensa Civil, los rescatistas y los dirigentes.
Respecto al contexto en particular obvio que hay que hablar: posiblemente Cuba esté en el peor momento económico que se haya vivido, incluyendo los años duros del llamado “período especial”, lo que no está en crisis es la solidaridad, el sentido del deber, las buenas prácticas en materia de trabajo preventivo, alerta temprana, acciones de protección de personas y recursos. Esas son nuestras esencias a las que NO podemos renunciar.