Santiago de Cuba,

Vindicación de una inocencia

08 April 2024 Escrito por  Orlando Guevara Núñez

El 9 de abril de 1887, escribió el Héroe Nacional cubano, José Martí, un artículo en el periódico New York Herald, de Estados Unidos, donde explica la vindicación de la inocencia de los ocho estudiantes de medicina fusilados en La Habana, el 27 de noviembre de 1871, por el colonialismo español.

Así lo expuso nuestro Apóstol: “Estos ocho estudiantes, de dieciséis a veintiún años de edad, después de una farsa judicial, celebrada bajo la presión de las turbas, fueron muertos en medio de frenéticos aplausos y otros treinta y uno, fueron enviados a Presidio por el supuesto crimen de haber profanado el sepulcro de Gonzalo Castañón, un periodista mal aconsejado que, a consecuencia de una disputa con partidarios de los revolucionarios fue muerto en Key West, algunos meses antes (…)

Reafirmando la infamia, Martí cita las palabras del propio general Crespo, en esos momentos al frente del gobierno colonial, “para hallar una comparación apropiada a las proposiciones que le hicieron algunos de los dirigentes de los amotinados sería necesario retroceder a los días más negros de la Revolución Francesa”. Pero el hecho mas notorio de este episodio vindicador, según el relato martiano, fue protagonizado por su amigo Fermín Valdés Domínguez, quien desafiando el peligro que corría, avanzó hacia el féretro de Castañón, donde estaban su hijo y familiares para hacer la exhumación de los restos para ser trasladados a España.

Allí, el joven revolucionario cubano “levantando su mano sobre el sarcófago intacto, conjuró solemnemente al hijo, un joven de veinte años, a que declarara que los restos de su padre no habían sido profanados por los estudiantes. El hijo de Castañón declaró públicamente que ninguna mano impía había tocado los restos de su padre. Al propio Domínguez le fue permitido abrir el sarcófago en que yacía el hombre que causó, esta vez inconscientemente, tantas muertes”.

Asegura Martí, que el joven Castañón confirmo en una carta digna su declaración, y que los allí presentes dieron permiso a Valdez Domínguez para recuperar los restos de los estudiantes del apartado lugar en que habían sido enterrados.

Fue aquel hecho una contundente denuncia del crimen, hecho que -aseguró Martí-, fue el justo reconocimiento de la inculpabilidad de los inocentes y es probable que contribuya mas al bien general que el mismo castigo a los culpables.

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