Santiago de Cuba,

La suerte NO está echada

07 January 2023 Escrito por  Luis Alberto Portuondo Ortega

Nadie entrega su casa al vecino ni ningún vecino resuelve definitivamente los problemas del otro. Es más, cada familia, aunque solicite el apoyo de amigos e incluso de instituciones, trata de solventar sus contradicciones y problemas en un marco estrecho.

El contexto nacional permite tomar de este ejemplo alegórico respuestas, lecciones y a la vez preceptos: Si la Cuba socialista, según la lógica imperialista, resulta inoperante ¿por qué tiene casi 65 años? ¿Por qué la mayoría de los ciudadanos la respalda y sostiene? ¿Por qué tiene estadísticas similares a las de países ‘buenos y desarrollados’? ¿Por qué su vecino del Norte (de quien el mismísimo José Martí, Héroe Nacional desde antes del triunfo de la Revolución, dijo: ‘Viví en el Monstruo y le conozco sus entrañas’) hace hasta lo imposible para asfixiarla?

Luego de 1989, con el  canto de cisne del socialismo, como sistema mundial, el poder capitalista estaba convencido del inminente fin de la Revolución cubana; lo mismo que con el Maleconazo de 1994 o la Proclama del Comandante en Jefe en el 2006; el deshielo con los Estados Unidos tras la visita del entonces presidente Barack Obama en el 2016 o la muerte de Fidel en ese mismo año.

Tal vez (y como el emperador Julio César, acompañado de sus legiones, cuando cruzó el río Rubicón)  luego de los sucesos del 11 de julio de 2021 y la compleja situación económica que atraviesa la Patria, algunos asumen, en el sentido más negativo y destructivo,  el “alea iacta est” (la suerte está echada) para la generación que da continuidad a la Revolución y, por si fuera poco, la horrenda idea de entregar el país.

Supongamos que en verdad estamos los cubanos en el “eje del mal” (anunciado desde los tiempos de George W. Bush con la inclusión de Cuba en la lista de estados patrocinadores del terrorismo) y que la ‘dictadura’ agobia a la nación. Sin embargo, al que ellos califican como régimen opresor está próximo a cumplir 64 años y ha podido permanecer, a pesar de haber sido condenado, desde su nacimiento, por el gobierno estadounidense que presionó a todo un continente, a lo que solamente no cedió México, para que rompiera relaciones de todo tipo y provocar una intervención militar.

Cuando triunfó la Revolución fuimos obligados a reorientar nuestras relaciones políticas y económicas con las distantes naciones euroasiáticas que construían el “sistema malo” que, paradójicamente, aspira a la eliminación de la explotación del hombre por el hombre.

Desde entonces la Revolución tiene legitimidad entre la inmensa mayoría de los cubanos: porque nació de un movimiento compuesto por campesinos, obreros e intelectuales, de los que fueron asesinados alrededor de 20 mil por las fuerzas de un hombre que llegó al poder a través de un golpe de estado en el 1952: Fulgencio Batista; porque triunfó y fue recibido en pueblos y ciudades del país entre el 1 y el 8 de enero de 1959; porque promulgó leyes de reforma agraria, urbana, nacionalizó las empresas, las industrias, la banca y universalizó la educación y la salud; porque el propio pueblo expulsó a los mercenarios en Girón y dijo ¡Sí! cuando se proclamó el carácter socialista de la Revolución; porque durante todos los procesos electorales el pueblo participa en porcientos elevadísimos y el voto favorable es abrumador (entre el 1976 y el 2022).

Luego de la caída del muro de Berlín y hasta de la propia URSS, en el 1991, nuevamente Cuba tuvo que reorientar sus relaciones políticas y económicas y hasta pudo culminar el siglo XX y entrar en el 21 con la convicción fidelista de aquel 26 de julio de 1989 : “si hay una debacle en la comunidad socialista; porque si mañana o cualquier día nos despertáramos con la noticia de que se ha creado una gran contienda civil en la URSS, o, incluso, que nos despertáramos con la noticia de que la URSS se desintegró, cosa que esperamos que no ocurra jamás, ¡aun en esas circunstancias Cuba y la Revolución cubana seguirían luchando y seguirían resistiendo!”.

Los cubanos nos superamos ante un acontecimiento inédito en la historia de la humanidad: una crisis a partir de la reducción masiva de los combustibles fósiles (petróleo) durante los años 90 y, dado el nivel de resistencia y cohesión, según la cineasta estadounidense Faith Morgan, devino en ejemplo de opciones y esperanza para el resto del mundo. Así se refleja, con lujo de detalle, en el documental The Power of Community: How Cuba Survived Peak Oil (El poder de la comunidad: cómo Cuba sobrevivió al pico del petróleo).

Ya corre el 2023, pero el que para los imperialistas es un estado paria sostiene relaciones diplomáticas y consulares con más de 190 países y múltiples organizaciones regionales e internacionales; en la Asamblea General de Organización de Naciones Unidas, sus reclamaciones para que se ponga fin al bloqueo impuesto por los Estados Unidos son respaldadas por la inmensa  mayoría (casi siempre más de 185) y ha prestado colaboración, en salud, educación y deportes, con más de 100 naciones.

En Cuba, a pesar de todo, se enfrentó eficazmente a la mayor pandemia de los últimos 100 años y su población está prácticamente vacunada. En Cuba, podremos no coincidir en todas las cosas y tener problemas que hay que resolver, pero el pueblo cubano ha demostrado a sus enemigos que la “suerte” de vivir sin la Revolución no está echada.

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