Bajita de tamaño pero grande por su virtud, Zoila Cadet Wilkinson, lleva 37 años ejerciendo como
Maestra Primaria, primero en Moa, Holguín, luego en el seminternado Raúl Gómez García en Santiago
de Cuba. Aunque ha transitado por varios grados, su mayor placer está en enseñar a los niños y niñas a aprender a escribir, leer, calcular.

“En estos momentos estoy dando clases a primer grado, que siempre ha sido mi favorito. Me gradué en la Escuela Pedagógica Frank País, y cumplí el servicio social en una escuela primaria de Moa.

Esa primera etapa fue difícil porque tenía 19 años y como es lógico siempre al principio da temor enfrentarse a un aula; pero encontré apoyo de muchos compañeros de experiencia, unos metodólogos magníficos, todo allí muy lindo y aprendí muchísimo conocimiento que me sirvió después cuando vine para mi provincia a
poner en práctica todo eso que había adquirido.

“De mis 37 años, casi veintitantos han sido en primer grado, porque me encanta. Un grado difícil; pero lindo porque cuando comienza ve que los niños vienen prácticamente como unos pajaritos asustados y cuando uno termina, una vez que todos saben leer y escribir, se siente una satisfacción muy grande.

“He tenido cursos que he llevado a mis niños hasta cuarto grado porque uno se enamora de sus alumnos y disfruta ver su crecimiento, pero de ahí vuelvo siempre a primero. Este periodo exige mucha preparación y como me gusta estar aprendiendo constantemente me pongo retos”, expresó Zoila.

En su aula del segundo piso del seminternado, uno de los más grande de la provincia, atiende a los
pequeños e imparte asignaturas como Lengua Española, Plástica, Música, aunque está preparada para cualquier materia, incluso también ha incursionado en la enseñanza del Inglés.

Esta seño todo terreno es entusiasta, exigente y cariñosa con sus alumnos: “en este sector he aprendido de todo, incluso he vuelto a mi infancia porque con los niños hay que aprender otra vez a ser niños. El magisterio es una carrera que aporta mucho conocimiento, experiencia, conocer a muchas personas de diferentes características y niños de diferentes características porque te encuentras desde un TDAH (Trastorno por déficit de atención e hiperactividad) hasta niños que tienen situaciones familiares que prácticamente uno tiene que meterse también en el hogar. Y entonces he conocido a la familia, al niño y
a veces llegué a formar parte de la familia.

“No hay nada más reconfortante para nosotros que llegar a un lugar o que pases los años y te paren en
la calle o te digan ya adultos: Seño, seño usted fue mi maestra. A veces los reconozco a otros no porque han cambiado, uno los cogió pequeñitos y ya son hombres y mujeres. También han pasado por mis manos unos cuantos hijos de alumnas mías, y tengo unas cuantas colegas aquí que fueron mis alumnas y hoy son compañeros. Eso a uno le da mucho orgullo.

Enseñar ahora en estos tiempos de crisis es un reto para cada educador sin embargo para Zoila es una experiencia más: “La educación es más difícil desde el punto de vista de los recursos materiales, pero estos niños tienen más conocimiento, están más a tono con lo que estamos viviendo, yo comparo los de los primeros años de mi trabajo y hay una gran diferencia porque eran alumnos que venían incluso con muy poco conocimiento, no habían dado preescolar, ahora el niño generalmente viene de un círculo infantil y el que no, está en las vías no formales, eso ayuda mucho a llegar con más facilidad a ellos.

Cada día es un reto pero cuando se entrega el corazón a lo que uno hace la obra es perfecta”, concluyó.