“Hace un año que vivo en este hogar de ancianos. Vine cuando mi hija se fue a cumplir misión internacionalista”, dijo Juan Antonio Bilbao, quien llegó al Hogar de ancianos de Ocujal del Turquino con más resignación que alegrías. Sin embargo, hoy agradece las atenciones que recibe en la institución.
"Aquí tengo todo lo que necesito y me siento bien. Las personas me quieren y me ayudan: tengo la comida, el desayuno, el almuerzo, la merienda, la ropa limpia, la cama es buena... Soy hipertenso y tengo los medicamentos, que me los dan a la hora que corresponde...
Juan Antonio Bilbao cuida de sus plantas
"Además, tengo mis canteros de verduras porque me gusta sembrar, y todos los días atiendo el huerto. Ahí tengo cilantro, ajo porro y eso es para
ayudar aquí, para la comida de todos nosotros", explicó.
La música, el baile, los juegos de mesa, las labores manuales, la lectura, así como el cultivo de plantas ornamentales, medicinales y especias, son
algunas de las tareas que disfrutan los abuelos en el hogar que los acoge en régimen interno o seminterno en uno de los sitios más hermosos y
recónditos de la geografía santiaguera.
Allí impactan la pulcritud de la instalación, la vitalidad de los ancianos y la amabilidad de los trabajadores. Son gente sencilla y laboriosa, cualidades que se aprecia en los resultados del servicio.
Al respecto, Ana Ramona Laffita Oliveros, directora de la institución, comentó que 32 personas mayores de 65 años reciben allí los cuidados necesarios para su bienestar de las cuales 22 permanecen a tiempo completo en la instalación.
Dormitorio de los ancianos en el Hogar 23 de Agosto
Allí se les garantiza la atención de profesionales de la Salud como un médico, cinco licenciadas en Enfermería, una en Rehabilitación, una en Podología y otra en Nutrición y dietética, y una trabajadora social. Este equipo funciona a tiempo completo para proveer una atención integral y
personalizada a los ancianos.
Además, cada adulto mayor es evaluado periódicamente por especialistas como urólogos, oftalmólogos, otorrinolaringólogos... y se cumplen las consultas interdisciplinarias.
"Ninguno de nuestros abuelitos está encamado, ninguno padece cáncer u otra enfermedad en Estados terminal; no tenemos casos en intercurrencia, ni semipostrados. Siempre nos hemos esforzado por mantener esto que usted. Y nuestro mayor resultado es lograr una esperanza de vida de 90 años.
En el Hogar de ancianos 23 de Agosto se garantiza la alimentación de los adultos mayores.
"Nuestro día a día se basa en mantener el trabajo, elevar la calidad de los servicios que presta nuestra institución. Usted puede ver la limpieza de los baños, aquí el piso brilla, y eso no es trabajo de un día. Es resultado de la constancia de los 29 trabajadores, que hacen muchísimos esfuerzos, y de nuestro sistema de Salud, que en medio de una situación tan difícil como la que estamos viviendo, garantiza los recursos disponibles para la atención al adulto mayor", destacó Laffita Oliveros.
La directiva afirmó que los ancianos reciben las dosis de refuerzo anticovid-19 cada cinco meses, así como el ciclo de Biomodulina-T, un potente medicamento que fortalece el sistema inmune y es ideal para personas de avanzada edad. También cuentan con los fármacos e insumos médicos necesarios para tratar infecciones y otras patologías, y mantener compensadas las enfermedades crónicas no transmisibles
Un pilar fundamental para el encomiable trabajo que presenta este centro es el desempeño del personal de ropería y lavandería, así como los
encargados de la higienización de los locales y la cocción de los alimentos.
En el Hogar cada abuelo hace lo que puede: luego de tomar el desayuno, van a gimnasia con la profesora de cultura física. Después algunos ayudan en la cocina, otros en el huerto, quienes los deseen pueden ver la televisión, mientras otros acompañan con palmadas y corean las canciones de un nonagenario que toca muy bien la guitarra...
Los ancianos pasan el día en las actividades de su preferencia.
Lo importante es pasar el tiempo en algo que los mantenga activos y útiles a sí mismos y a los demás.
La dignidad y la plenitud son regalos a cualquier edad, pero cobran mayor valor cuando más blancos son los cabellos y nacen de la piel cual surcos de una fecunda vida, las arrugas hijas del tiempo. Al comprenderlo, se agradece más cada esfuerzo por proteger con amor y respeto a quienes han vivido largo y ya no pueden cuidar de sí mismos. Esa es la mayor presea que se cuelgan en el pecho los trabajadores de este y de tantos
otros centros de Salud, una que no se ve de lejos, sino que se aprecia con indescripctible admiración en la alegría y vitalidad de los ancianos.
