Santiago de Cuba,

Entre el ardor de la raíz y el sabor de las esencias

13 August 2022 Escrito por  Irma Rivera Sánchez
Foto: ACN

Detrás de las coberturas apremiantes y las publicaciones sobre Santiago de Cuba en el diario Juventud Rebelde, está la pluma y la visión de Odalis Riquenes Cutiño. Con estilo impecable y ojo crítico ha desarrollado su carrera periodística, inicialmente atraída por la radio en su natal Palma Soriano, pero encauzada en el Sierra Maestra.

Es un lunes de poco atareo en esta redacción que fuera su casa, pero mientras la recorre, Odalis recuerda las horas ante la cuartilla en blanco y la máquina de escribir Robotron; el olor a tinta, la presión del cierre, las bromas y la hermandad de las madrugadas esperando la tirada.

En sus inicios, hace 30 años, todavía se usaban el plomo y las galeras para la fotocomposición de las pautas, después se convertían en planchas con las que se imprimía el periódico “en una rotativa que los especialistas veneraban como un objeto museable; un proceso que a ustedes los jóvenes puede parecerle historia antigua, pero que sin duda era fabuloso, muy atrayente, casi poético.

“La manera de asomarme a la profesión que después pude afianzar en Juventud Rebelde, estuvo marcada por la originalidad y la obsesión por la palabra precisa que aquí aprendí, de la mano de personas como Aída Quintero, quien fuera jefa de Redacción; Guadalupe Laffita, tan dulce como vehemente o la Dra. Yamile Haber, en aquella época correctora de estilo, todo un lujazo”, dice

La conversación deja espacio para el reencuentro entre colegas, esos amigos que se quedan para siempre aunque medien las distancias. El relato continúa y Odalis revive la ilusión de ir descubriendo el medio, los viajes que a diario emprendía desde su municipio, las redacciones en la carretera.

“El mayor tesoro que encontré fue el colectivo, su calidad humana: un grupo diverso, pero altruista, que funciona como una familia fuertemente unida en el éxito y en las adversidades, y eso es algo que he sentido en mi propia piel.
“Si comparas los 20 años que llevo en Juventud Rebelde, con los escasos ocho que tuve en el 'Sierra', mi paso por aquí pudiera parecer un tiempo menor, pero te aseguro que para nada es así, esos días tienen para mí el ardor de la raíz y el sabor de las esencias.

Sus primeros pasos en “Sierra Maestra” transcurrieron en plena renovación editorial, ¿cómo fue ese proceso?

“En el período especial, el periódico acababa de migrar desde el formato sábana hacia el tabloide, y pude vivir lo que defino como una de las épocas doradas del rotativo; pues implicó una revolución en las maneras de hacer.

“Con aquellos cambios, se convirtió en uno de los primeros medios impresos del país que incluyó una página dedicada a los géneros de opinión, -tal como la conocemos ahora- y potenció secciones que daban voz a las inquietudes de los públicos como 'Buzón del Pueblo', que si bien ya existía, se redimensionó y ganó fuerza.

“Estábamos imbuidos en el reto de introducir la computación en el mundo editorial, en la digitalización de los procesos, con los lógicos tropiezos que ello impone a un colectivo que durante muchos años se había desempeñado con otras tecnologías; todavía recuerdo los primeros cursos de superación y el miedo de los de mayor edad.

“Íbamos una o dos veces a la semana hasta el Centro de Información y Gestión para la Ciencia y la Tecnología (Megacen), y llevábamos los trabajos en un disquete, deslumbrados por el descubrimiento de las potencialidades de los medios digitales.

“Era un colectivo de profesionales experimentados, pero no había jóvenes; Alejandro Castañeda, que entró un poco antes, y yo, fuimos los benjamines por un buen tiempo; después se incorporaron Betty Beatón, Reinaldo Cedeño, Juanita Perdomo, Jorge García, valiosos compañeros con los cuales viví una de mis etapas más intensas.

“Discutíamos, intercambiábamos sobre las mejores maneras de hacer, sobre los temas que precisaban ser abordados; nos rotábamos y criticábamos los escritos; defendíamos la profesión con toda pasión, desde el trabajo en equipo, desde la conciencia de que todos juntos alcanzábamos resultados superiores, y así, cada uno con sus peculiaridades e intereses, nos empinamos hacia lo que seríamos después.

¿Qué identificaba a ese periodismo de sus comienzos, cuáles eran los desafíos de aquella generación?

“Al paso por Sierra Maestra le debo mi pasión por el periodismo histórico y científico. Beber de la savia de profesionales como Rolando Castillo, Joel Mourlot, Ángel Luis Beltrán, Orlando Guevara me permitió constatar la importancia de la investigación, del rigor en la búsqueda del dato; que la historia llega más lejos si se cuenta desde la emoción, retratando a los hombres y mujeres que habitan en los héroes y heroínas.

“En cuanto a la ciencia y la tecnología, comprendí que estos temas aparentemente densos, difíciles, se pueden acercar más a sus destinatarios si la prensa da cuenta de la utilidad de un logro o la inmensa entrega y consagración que aportan sus protagonistas. Esos hallazgos me hicieron más expedito el camino.

“¿Desafíos de mi generación? Como a las anteriores, le tocó estar a la altura de los tiempos que vivimos, que en nuestro caso implicaron asumir no pocas transformaciones editoriales, tecnológicas, comunicacionales.
“Hay en cambio, otros que siguen estando vigentes y forman parte de las deudas del periodismo que hacemos: contar aún más la historia de quienes aman, retan, trabajan y empujan el quehacer de una provincia heroica como esta. Un periodismo más cercano a los públicos, capaz de cumplir con eficacia su función social de ser tribuna y norte de los verdaderos problemas, intereses y aspiraciones del territorio.

“Los retos siempre estarán para empinarnos; tengo la certeza de que con la voluntad de este colectivo, con una historia retadora, y a 65 años después de su nacimiento, sigue y seguirá empujando empeños tan altos como su nombre. A donde vaya llevaré el orgullo de haber sido parte de su devenir.
Desde “Sierra Maestra” hasta “Juventud Rebelde”, qué satisfacciones le ha dejado la profesión.

“A mí lo que me apasiona es la posibilidad de escoger un tema, desarrollar una tesis e investigarlo, salir a la calle a encontrarme con la gente. Es riesgoso, pero me queda la satisfacción de que pude realizarme.

“La vida me puso en este camino y lo aproveché porque 'Juventud' era el medio con las concepciones editoriales más avanzadas de este país, y en la etapa de Rogelio Polanco como director se abrió a los grandes trabajos de investigación, en equipo, y a mí me fascinó.

“Cuando comencé oficialmente en el 2002, la corresponsalía no tenía nada, si sobreviví y puede hacer mi trabajo, que en esos años era bastante fuerte, fue por la solidaridad de mis compañeros de los diferentes medios de la provincia, que me apoyaron incondicionalmente, pero sobre todo de Sierra Maestra.

“Llevaré conmigo siempre la generosidad, la alegría de vivir y el sentido de la profesión de personas como José Ángel Álvarez Cruz, nuestro querido Jose, alguien inolvidable, y muchos otros que hoy ya no están, a los que recuerdo con gratitud. Durante mucho tiempo me siguieron viendo como de casa y pusieron a mi disposición sus medios, su sede, todo lo posible para apoyarme. Eso es algo que nunca me cansaré de agradecerles”.

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