Pero la inclemencia del tiempo conspiró contra el homenaje y fue la propia vivienda natal del poeta la que entonces prestó su espacio para realizar el encuentro, una gala según la opinión generalizada, “muy fina, distinguida”.
José María Heredia y Heredia, para muchos -entre estos José Martí- el primer poeta romántico de América, nació el 31 de diciembre de 1803, en el hogar familiar, en Santiago de Cuba, donde anoche con poesías y cantos celebraron la efeméride de quien aun su breve existencia, al morir en México en mayo de 1839, era uno de los líricos más importantes de la lengua española.
El poeta, venerado también en la tierra azteca donde residió y desarrolló buena parte de su corta vida y su producción literaria, respectivamente, jamás pudo abstraerse de la nostalgia por su Patria. Y en suma, la velada de anoche fue eso: relatar su vida, ahondar en el significado de su poesía, y recordar que por su proyección anticolonialista se vio precisado a salir de Cuba.
Asistieron a la gala, Odexa Fuentes Medina, coordinadora de programas y objetivos de la Gobernación en Santiago de Cuba; Raulicer García Hierrezuelo, director provincial de Cultura; Suitberto Frutos Heredia, director del Centro Provincial de Patrimonio Cultural, junto con otras personalidades, intelectuales y artistas del sector y de la Uneac.
Eduardo Montalbán, poeta martiano y herediano por excelencia, tuvo a su cargo la lectura de un artículo del Héroe Nacional de Cuba, José Martí, dedicado a la vida y al quehacer poético de Heredia.
Ese discurso lo pronunció Martí en el Hardman Hall, en Nueva York, el 30 de noviembre de 1889, ante cubanos residentes en esa urbe, y según conocedores de la obra martiana, aunque esas palabras aparentemente “no son un llamado a las armas”, él usa “el elogio al poeta, con el objetivo de persuadir y orientar al auditorio sobre la importancia de luchar por la independencia de Cuba”.
Luego de la intervención de Montalbán, habló y dijo las palabras centrales de la velada, el arquitecto Omar López, director de la Oficina del Conservador de la Ciudad, quien también ponderó la creación literaria de Heredia y su amor infinito por Cuba y su independencia.
Eliades Quesada, quien dirigió artísticamente el encuentro por los 220 años del nacimiento del autor de la oda Al Niágara, destacó al “Sierra Maestra”, que el cambio de escenario debido a la lluvia, más bien ayudó a imprimirle al momento, un ambiente íntimo, acogedor “al estar solo a metros del lugar donde vino al mundo Heredia”.
Así transcurrió la víspera de la efeméride, desde las 22:30 horas hasta la medianoche, ocasión para que el conductor Dayron Chang presentara al coro de cámara Música Áurea, bajo la dirección de la maestra Delvis Sánchez; al cuarteto de cuerdas Arcos, a los actores Agustín Salas y Maikel Eduardo, al declamador Elio Salas, y a la vocalista Grisel Gómez, respaldada por la guitarra del maestro Gabino Jardines.
En conjunto, el Centro Provincial de Patrimonio Cultural, con Suitberto Frutos Heredia al frente; la Gira Poética por sitios patrimoniales, a cargo del poeta Demián Rabilero del Castillo; Calibán Teatro; voces puntuales de la poesía como Erika Castellanos Abad, Yorisel Andino, León Estrada… constituyeron pilares de la jornada por los 220 años del natalicio del poeta.
Respetuosamente, ayer por la mañana, trabajadores y directivos del Museo de la Música Pablo Hernández Balaguer y del Museo Casa Natal de Heredia depositaron una ofrenda floral en la base del monumento del bardo -uno de los más bellos de la ciudad de Santiago de Cuba- en la rotonda de Avenida Rafael Manduley y calle 13, en Vista Alegre.
También, hubo una lectura poética frente a la casa natal de Heredia y el homenaje al grupo de La Escalera, con un recital de poesía en el acceso al Museo del Carnaval. En esos escalones aparecen ahora nombres de poetas que allí improvisaban sus descargas: Teresa Melo, León Estrada, Marino Wilson Jay…
Con solo dos años salió José María Heredia y Heredia de Santiago de Cuba junto con su familia hacia Penzacola, en la Florida todavía española; a los tres años el niño ya sabe leer y escribir; siguen Caracas, Santo Domingo, La Habana, Matanzas, México, otra vez La Habana… ya es una connotada figura de las letras en el continente… mejor: en iberoamérica y, además, de ideas revolucionarias a favor de la independencia de Cuba. Las autoridades colonialistas españolas lo descubren y condenan a muerte. Por eso Heredia sale clandestinamente hacia Estados Unidos (Bostón, Nueva York…) visita las famosas cataratas, frontera de Estados Unidos y Canadá; cerca del torrente, una tarja de bronce con su imagen y fragmentos de su oda Al Niágara, perpetúa su presencia; sigue su tránsito por el continente.
Realiza una intensa labor intelectual, docente; funda publicaciones; escribe copiosamente en otras; es un descollante “humanista, fiscal, juez de letras, abogado, catedrático, historiador, periodista, secretario, novelista histórico, soldado, dramaturgo”, director de instituciones literarias, diputado y ministro de la Audiencia de México…
Los poemas de Heredia aparecen en varios idiomas; también, es un excelente traductor del inglés, francés, latín, italiano; entre sus poemas sobresalen A la estrella de Venus, En el teocali de Cholula, la oda Al Niágara…
Pero extraña a la madre en Cuba; está desolado y peor: enfermo de tuberculosis. Quizá a modo de despedida logra viajar a Cuba en 1836, para ver a su progenitora. Regresa a México y el 7 de mayo de 1839, con solo 35 años, muere. Pero nos legó una obra poética hermosa, paradigmática, eterna que debemos preservar y engrandecer cada vez más.
