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El Cobre: A su libertad le siguen brotando raíces

17 December 2022 Escrito por 

El 17 de diciembre de 1958, tropas del III Frente Oriental Dr. Mario Muñoz Monroy, al mando del Comandante Juan Almeida Bosque, rindieron el cuartel de Melgarejo y entraron victoriosas a El Cobre, pasando esta localidad a integrar el por esos días creciente Territorio Libre de Cuba.

Las tradiciones combativas y el ansia libertaria de los hijos de El Cobre, tuvieron su crisol en esa fecha. Más de ocho décadas antes de abolirse la esclavitud en Cuba, los esclavos mineros arrancaron su libertad a la Corona de España; durante las guerras independentistas cubanas del siglo XIX, las filas mambisas se nutrieron con numerosos y valiosos combatientes y oficiales residentes en esta pequeña villa, tributo a la Patria que se repetiría durante la guerra revolucionaria contra la tiranía batistiana.

En la noche del 10 y la madrugada del 11 de abril de 1958, el Cobre había sido tomado durante unas horas  por el Ejército Rebelde. En esa ocasión, el objetivo fue tomar explosivos y detonantes en la mina –nombrada entonces Dinabel- para enviarlos a la Sierra Maestra, por solicitud del máximo jefe de la Revolución, Fidel Castro. También, el respaldo solidario a los combatientes de las milicias clandestinas que en Santiago de Cuba se habían lanzado a la lucha armada durante la huelga revolucionaria del 9 de abril.

La operación fue un éxito. El entonces capitán y segundo jefe de la Columna guerrillera al mando de Almeida, Guillermo García Frías, fue el jefe de la acción y tuvo a su cargo la entrada al centro del pueblo, mientras que un pelotón, bajo la jefatura del también capitán Calixto García Martínez, tendía una emboscada entre Melgarejo y El Cobre, con el fin de detener cualquier refuerzo procedente de Santiago de Cuba. Una escuadra dirigida por Israel Pardo tomó el polvorín de la mina, extrajo los explosivos y detonantes e hizo volar la instalación. El refuerzo previsto fue interceptado y derrotado.

Aquella acción tendría una amplia repercusión en el desarrollo de la guerra, porque demostró la presencia y capacidad guerrillera para actuar en las cercanías de la capital oriental, Santiago de Cuba, al tiempo que incentivó el apoyo popular al Ejército Rebelde y fortaleció los nexos de éste con los combatientes clandestinos de la ciudad.

Las victorias rebeldes se incrementaban durante esos días de diciembre de 1958. El 26 de noviembre había sido liberado El Cristo, el 27 Alto Songo, el 7 de diciembre, La Maya, el 8 San Luis y el 9 el histórico poblado de Baire.

La Operación Santiago era ya indetenible. Las tropas de los frentes guerrilleros al mando de Fidel, de Raúl y de Almeida, rendían cuarteles, tomaban poblados, arrinconaban a las fuerzas de la tiranía, las atacaban y las obligaban a refugiarse en sus principales fortalezas.

Así, la guarnición del cuartel de Melgarejo se había mantenido en su madriguera. Pero el 14 de diciembre se produjo un hecho de mucha importancia: el combate de Puerto de Moya, donde los rebeldes propinaron un costoso revés al ejército batistiano.

Después de esta derrota, las fuerzas de Melgarejo comprendieron la imposibilidad e inutilidad de continuar resistiendo. De esa forma, hicieron contacto con el mando rebelde y le propusieron un pacto que ellos creyeron honorable para su rendición. Pidieron simular un combate, en el cual ellos entregarían las armas y se marcharían hacia Santiago de Cuba, evadiendo de esa forma un castigo de sus superiores.

Para el Ejército Rebelde, los importante era continuar ganando posiciones y evitar posibles derramamientos de sangre. Y dieron a los desmoralizados efectivos de la tiranía, la oportunidad pedida.

Así, el 17 de diciembre de 1958, El Cobre ganó su victoria definitiva, la misma que continúan consolidando y engrandeciendo sus combativos hijos, quienes hoy, con trabajo y nuevos triunfos, hacen que a esa libertad le sigan brotando fértiles raíces.

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Orlando Guevara Núñez

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