El primero está ubicado en el Valle de la Prehistoria, en la carretera de Baconao, y da la bienvenida a los visitantes nacionales y extranjeros. La segunda se encuentra en las inmediaciones de la playa de Siboney, una de las más populosas. Estos dos monumentos tienen en común, además de lo antes expuesto, que fueron creados por la misma persona.
Aunque tal vez olvidado en el tiempo, el artista santiaguero Roberto Díaz Torres, fue quien dio “vida” a estas esculturas que, no hay indómito que no conozca.
Díaz Torres se graduó en la escuela José Joaquín Tejada en 1981, en la especialidad Escultura, y fue convocado, junto a un equipo multidisciplinario, para participar en la construcción de más de 200 piezas grandes representativas de dinosaurios, mamuts y otras especies que poblaron la tierra hace millones de años y que se encuentran ubicadas en el Valle de la Prehistoria de esta ciudad, siendo el único de su tipo en el país.
Según nos comenta a él le tocó trabajar en el Hombre de Cro-Magnon, en algunas especies de Mamuts (de las que están pegadas a la cafetería) y en algunos de los dinosaurios que adornan el sitio.
“Se trató de darle un tamaño natural a las esculturas para que representaran lo mejor posible esa etapa prehistórica. Yo fui quien hice las piezas más complejas desde el punto de vista de peligrosidad, por ejemplo el Diplodocos, el dinosario que tiene siete metros de largo en el cuello, el Mamut parado en dos patas, el Hombre de Cro-Magnon que tiene de altura 12 metros con 50 cm, las aves prehistóricas, las dos entradas y el Iguanodonte, entre otros, expresó.
“La técnica usada es la de ferrocemento, que se comenzó a emplear en 1982. Esta consiste en una estructura de acero con su cimentación, en dependencia del tamaño de la pieza así es el grosor, se cubre de malla o tela metálica y se le aplica una capa gruesa de arena y cemento o un mortero, como suelen decir los trabajadores de albañilería y después se le da la terminación normal. En el caso de los trabajos artísticos es modelar con la mano y algún otro instrumento. Por estas características son más duraderas y con una buena conservación pueden perdurar muchos años”, puntualizó.
Entre las anécdotas de aquel periodo está el recuerdo de que en una ocasión trabajando en uno de los dinosaurios se fue de caída y al aguantarse de la estructura se quemó el brazo, perdió la piel, pero no podía soltarse porque estaba a tres metros de altura y si se caía con los equipos de protección puestos se mataba, hasta que pudo quitarse la careta de soldar y tirarse para el piso.
“Como artistas haber participado en la confección de las esculturas del Valle de la Prehistoria fue algo extremadamente importante porque, primero, fue un reto, eran piezas monumentales que hasta ese momento no se habían hecho, fue mi primera experiencia en este tipo de trabajo. Para mí fue una obra monumental, a través del tiempo sigo sintiendo un apego hacia este sitio, y aunque ya no esté ahí, eso forma parte de mi vida, porque fuimos sus creadores”, destacó.
La icónica Pelota de Siboney, también fue obra de Díaz Torres, aunque la idea fue del dueño de la casa Elpidio Mancebo, el artista creó un tanque de agua en forma circular de más de 15 metros cúbicos.
“Recuerdo que se estaba realizando una copa mundial de futbol y en honor al evento, la cubierta de la pelota es similar a las que se utilizan en este deporte, dijo Díaz.
“El proceso de construcción fue a través de la técnica de ferrocemento, la misma que utilicé en la confección de los animales del Valle. A esta escultura le acompaña otro tanque más pequeño que recoge las olimpiadas que se hicieron hasta esa fecha.
“Fue uno de los trabajos más grande que he hecho y creo que estuvo optando por el premio Guinness World Records (Libro Guinness de records) al ser la más grande del mundo, hasta este momento no he oído que exista otra igual”, sentenció.
Posteriormente, el artista santiaguero realizó otras construcciones también significativas, como la cabeza del payaso de Sigua, y en instalaciones hoteleras.
Roberto tiene ahora 67 años, sabe que el tiempo pasa y no perdona; sin embargo le queda el consuelo que donde haya un santiaguero y vea la imagen del Hombre de Cro-Magnón y la Pelota de Siboney, a lo mejor no conocerán su nombre, pero sí dirán: Eso está en Santiago de Cuba.