Indira Ferrer Alonso
La epidemia de dengue que tiene lugar en Cuba es, a juicio de especialistas, una de las más difíciles de los últimos años; no solo por la circulación de las cuatro cepas del virus -que condiciona un alto riesgo de dengue grave- sino porque ocurre en un contexto de grandes carencias y esto agudiza la contingencia epidemiológica.
Quizás uno de los máximos exponentes de la transformación social operada por la Revolución Cubana es haber situado a las mujeres en el centro de sus políticas de desarrollo humano. Al cabo de casi 64 años de socialismo, la nación caribeña es el país con mayor presencia femenil en la ciencia, y el segundo en proporción de mujeres en el Parlamento, por solo citar un par de ejemplos.
Desde este lunes y hasta el 25 de agosto tendrá lugar una nueva etapa de la inmunización del SARS-Cov-2 en la población pediátrica de Santiago de Cuba: 109 895 niños de dos a 11 años, 11 meses y 29 días recibirán por primera vez la dosis de refuerzo.
Las lluvias y las altas temperaturas del verano propician una mayor reproducción del Aedes aegypti, lo que incrementa los casos de arbovirosis en esta etapa. Sin embargo, hace muchos años que no existía tanto peligro como ahora, que las cuatro cepas del virus del dengue circulan en el país y aumenta el riesgo de contraer la enfermedad en su forma grave.
Investigar, desarrollar, fabricar y comercializar productos para el diagnóstico de enfermedades, con altos estándares de calidad y eficiencia económica, se dice fácil, pero no lo es. Bien saben los 112 empleados del Laboratorio de anticuerpos y biomodelos experimentales (LABEX), de Santiago de Cuba, cuánta dedicación, preparación y compromiso se requieren para lograrlo.
La pregunta da vueltas en redes sociales y anda de boca en boca desde que el ministro de Salud Pública, José Angel Portal Miranda, compareciera ante la prensa para enfatizar en la importancia de mantener medidas preventivas para reducir el riesgo epidemiológico frente a las arbovirosis y el SARS-CoV-2, las dos amenazas higiénicas como el lavado y desinfección frecuente de manos y el uso correcto de la mascarilla en espacios cerrados sin ventilación y en aglomeraciones. El doctor significó la protección que ofrece el nasobuco a personas que por su estado de salud o por la edad, resultan más vulnerables ante el riesgo de la Covid-19, a quienes recomendó utilizar esta prenda sanitaria.