
Indira Ferrer Alonso
Poco falta para que concluya noviembre, un mes que históricamente se ha caracterizado por la alta infestación del Aedes aegypti. Y aunque el dengue continúa siendo el más urgente problema de salud en Santiago de Cuba, comienza a disminuir la tasa de incidencia de la arbovirosis en la provincia.
No todos los días el azar nos pone en el camino a protagonistas de sucesos que la mayoría de los cubanos ha conocido solo en los libros; por eso el encuentro con Guillermo Jiménez Varona y Alberto Campos Miguel fue una oportunidad para saborear anécdotas y otros recuerdos de cuando estos santiagueros, en plena adolescencia, se incorporaron al Movimiento 26 de Julio, bajo las órdenes de Frank País García.
De enfermedades diarréicas agudas los santiagueros conocemos bien; quizás la experiencia más difícil fue el brote epidémico de cólera, que se produjo hace casi una década. Realmente fueron tiempos de mucha tensión porque esa afección se convirtió en una amenaza para esta provincia, y aunque se logró suprimir, no puede olvidarse el riesgo al que nos expusimos en aquella contingencia epidemiológica.Si algún lado bueno tuvo el asunto fue que en el enfrentamiento se promovió una intensa campaña de comunicación para concienciar sobre la prevención.
Controlar una epidemia de dengue como la que afecta actualmente a este país no es cosa de un día. Y menos si las limitaciones para enfrentar la contingencia radican, fundamentalmente, en la escasez de recursos indispensables para atacar las causas del problema.
Santiago de Cuba inició la jornada nacional de homenaje a los trabajadores de la Salud y de BioCubaFarma, en ocasión del aniversario 92 del natalicio del médico y combatiente revolucionario Manuel Piti Fajardo.
Nadie tiene que explicarnos lo que es y cómo se siente vivir signados por las consecuencias de una guerra económica porque eso es asunto de todos los días, aunque algunos se crean la historia de que el bloqueo “es muela”, que solo afecta al Gobierno y que las múltiples privaciones sufridas por la población se deben a la “maldad” e “ineptitud” de los decisores.