Parece que fue ayer, cuando marchaste en silencio a otro espacio terrenal, a sabiendas de que dejabas dolor, añoranza, vacío, incertidumbre...

Y escogiste partir un día memorable, 25 de noviembre, la misma fecha de salida del Granma desde México, y tú su mejor timonel.

Imposible olvidarte, estás en cada obra social que se levanta, en todos los proyectos que apuestan por la paz; hermanando naciones, uniendo continentes, despojando al mundo de racismos, pobreza, discriminación, odio y guerras.

Te volviste gigante frente a un imperio y siempre le venciste. Bajo tus órdenes se hizo la luz en las montañas, aprendió a leer el campesino y la mujer dejó de ser muñeca para llamarse federada, directiva, maestra, constructora: Cubana.

Tu pueblo te llora, pero te siente ahí, presente, firme, en vigilia; seguro de que venceremos, no importe el vendaval que se avecine.

La Capital supo de tu presencia en el Saratoga, también Matanzas cuando un incendio devastador se apoderó de la Base de Supertanqueros; muchos te vimos entre llamas, conteniendo la furia de la naturaleza. Estabas en el alma de los rescatistas, en la fuerza de quienes arriesgaban su vida entre los escombros, intentando salvar la de otros a los que el destino les jugó una mala pasada.

Ian fue otra prueba difícil, pero Pinar del Río, ese lugar al que tantas veces fuiste en medio de huracanes, ya se levanta de sus ruinas y sigue construyendo, soñando, como bien le enseñaste.

Han sido años muy duros, lo sabes: bloqueo recrudecido, déficit energético, pandemia, desastres, pérdidas irreparables. No tenemos sosiego, pero tú no descansas.

Los científicos que formaste te honran con sus vacunas, los países a los que un día les tendiste la mano, hoy se vuelven solidarios y ayudan. Las nuevas generaciones continúan tu obra.

Los cubanos, seguimos unidos empujando un país, y no ha habido carencia, apagones, o provocación subversiva que nos arranque esa firme convicción que nos une y nos legaste. Porque servirle a Cuba es serle fiel a la Revolución, y a ti Fidel.