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“Yo soy un azucarero puro”

01 July 2022 Escrito por 

Entrevista con Gilberto Mengana Turcaz, el pailero más longevo de Cuba

Miré sin prisas a aquel señor de ojos vivísimos, mientras alguien  susurraba a mi oído: “tiene 91 años y viene todos los días a la fábrica”. Tan cerca del siglo y tan enhiesto, lleva en el rostro noble menos arrugas que edad.

Hace 23 años que Gilberto Mengana Turcaz puso en pausa la vida de jubilado y echó a andar otra vez la pasión por el trabajo, que es motor impulsor de sus más de siete décadas en el sector cañero-azucarero.

¿Puede darme una entrevista? No dije esas palabras; las lancé como dardos, ávida de un “sí” en el que puse toda la esperanza.

“Que no sean muchas preguntas...”, respondió, y era obvio que la idea no le atraía tanto, pero la frase sonó como puerta abierta y el diálogo fue creciendo.

“Yo soy pailero en la Fábrica de producciones mecánicas de Palma Soriano, empresa de Servicios técnicos industriales conocida como ZETI, que pertenece al grupo empresarial AZCUBA.

“Como el resto de mis compañeros, trabajo de 7:00 am a 5:00 pm, descontando la hora del almuerzo. Y estoy al frente de la brigada de ensamblaje de los ventiladores industriales. Mi función es dirigir y asesorar, aportar mi experiencia para que la labor se haga con la mayor calidad, eficacia y en el tiempo previsto”, comenzó.

No hay un central azucarero o una termoeléctrica en Cuba que no tenga algún dispositivo producido en ZETI,; grandes estructuras de metal, indispensables en procesos industriales, agrícolas y en la generación térmica, nacen de la consagración de un colectivo eficiente y muy comprometido con su labor.

La historia de Mengana en esta empresa data de su fundación, en los años ‘70. Y es que la buena salud y la experticia que atesora en procesos tecnológicos  de apoyo a la producción de azúcar han cimentado un vínculo que ni siquiera el tiempo ha podido romper.

“Yo fui el primer director que tuvo esta fábrica, y desempeñé esa responsabilidad desde 1979 hasta que me jubilé en 1991. Como usted puede ver estoy jubilado hace 30 años, y pasé los primeros siete en la casa, cuidando a mi esposa, que está enferma; pero un día el director que me sustituyó fue a visitarme y pidió que me reincorporara por necesidades de la producción. Eso fue en 1998 y desde entonces estoy trabajando.”

Altos estándares de calidad y productividad caracterizan a ZETI, donde el metal se transforma en rotores, ventiladores industriales, calentadores de aire regenerativo, tachos, condensadores, tanques y tuberías, entre otros renglones. Aunque Mengana evita hablar de eso, muchos de los valores organizacionales que llevaron a este colectivo a merecer por varios años la condición de Vanguardia Nacional y que hoy le permiten mantener  loables indicadores económicos, se consolidaron bajo su liderazgo; y aún sigue aportando.

“Cuando se decide constituir ZETI, para producir tecnologías de apoyo a la industria azucarera, yo era jefe de taller de la empresa Oriente, que agrupaba 41 ingenios. Me dieron la responsabilidad de dirigir la fábrica y es una de las cosas más importantes que me ha sucedido en los más de 70 años de trabajo que tengo.

“Significa mucho para mí. Aquí soy querido y respetado. Los jóvenes aplican los consejos que damos los más viejos, y le puedo asegurar que este colectivo es un ejemplo de continuidad y de unidad. La potencia, la fuerza grande de ZETI no está en sus instalaciones, está en sus trabajadores. “Usted puede ir a la nave dos y ver la pizarra que hay allí con los datos económicos de esta empresa… parece una fábrica de Japón, tenemos excelentes resultados”, dice mientras sonríe.

Mengana atesora una impecable trayectoria laboral, en la que ha recibido innumerables reconocimientos, como la condición de Vanguardia Nacional y el Premio a la Obra de la Vida, que confieren la Asociación de Técnicos Azucareros de Cuba y el grupo empresarial AZCUBA. Es un referente por la excelencia de su desempeño y una larga historia de aportes dentro y fuera de la nación.

Pero, si de consagración se trata, el longevo puede dar lecciones.

“Yo tengo tres hijos que son mi mayor orgullo, los tres son profesionales, personas de bien. Además, tengo cinco nietos y cinco bisnietos. Vivo con mi hija menor, que es médico, pero se dedica a cuidar de mi esposa.

“Mi familia apoya y reconoce la importancia de mi trabajo; y eso es fundamental para mí. El único problema que tengo es que mi señora está enferma, encamada, no se vale por sí misma, ya no sabe dónde está ni quienes somos… ella tiene 92 años.

“A veces pienso que me gustaría volver a mi vida de jubilado, descansar, pero necesito trabajar. Soy el sostén económico de mi casa y aunque tengo una buena pensión, la vida se ha puesto muy cara. Por eso, mientras pueda, voy a seguir aquí.”

La sensación de estar ante un gran ser humano es de las más agradables que puede experimentarse. A estas alturas de la conversación una profunda simpatía y admiración por el interlocutor colmaba a esta reportera, que no dejaría las memorias de los orígenes en el tintero.

“Yo soy azucarero desde que nací, allá en el batey del central Ermita, hoy consejo popular Costa Rica del municipio El Salvador, en Guantánamo.  Tengo muy buenos recuerdos de mi niñez y mi juventud, todos relacionados con aquel ingenio, donde mi padre era jefe de los servicios de tractores.

“Desde jovencito me incorporé al central y de forma autodidacta adquirí muchos conocimientos de mecánica. Por eso, un compañero del grupo del Comandante del Ejército Rebelde Julio Camacho Aguilera (que cuando aquello era el jefe del Movimiento 26 de Julio en Ermita), habló conmigo para que trabajara en una fábrica de explosivos. Yo hacía el diseño y preparaba los troqueles para las granadas de fragmentación en el central. Así fue como me uní a la lucha clandestina, en la que estuve hasta el triunfo de la Revolución.

“También siento mucho orgullo de ser fundador del Partido Comunista de Cuba, en el que milito desde hace 59 años.”

Mengana ha sido un hombre consecuente con sus valores, capaz de asumir en cada momento el rol que le permitiera servir a su país, tanto como a su familia. Supera cualquier expectativa: cercano al siglo de vida continúa batallando por su familia y por su nación.

Perdonen que no quiera escatimar elogios, evitar adjetivos o esconder bajo el tapiz de la objetividad periodística la pasión que da a luz en estas líneas. No hay ocaso en su larga edad, nunca ha de ponerse el sol en una vida que se renueva con una férrea voluntad de hacer.

 “Conmigo pueden contar para cualquier tarea. No solo asesoro los trabajos aquí en la fábrica, también apoyo a los compañeros de los centrales, que me conocen y me piden ayuda. Yo soy un azucarero puro.”

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Indira Ferrer Alonso

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