Durante las conferencias, charlas y ejercicios prácticos, se reafirmó la utilidad de este arte para la confección de vidas y estilos apegados a la naturaleza, en beneficio de la tierra y los seres humanos. Para la Nación y sus proyecciones, desempeña un rol fundamental en el desarrollo socioeconómico del país, acorde con los recursos disponibles, que coadyuva a la independencia y soberanía alimentaria.
De ahí el objetivo que persista en sus practicantes, del rejuvenecimiento y crecimiento del movimiento cubano de permacultura, que cuenta con más de 24 grupos en 10 provincias de Cuba, y una cifra superior a los 500 integrantes.
En el transcurso de estos cursos en el territorio, Sierra Maestra conversó con Leticia Guerra, facilitadora para cursos de Diseño de la Fundación Antonio Núñez Jiménez, centro nacional promotor de la permacultura en la Mayor de Las Antillas, acerca del alcance de estos emprendimientos:
“Nuestra finalidad es que las personas en sus localidades esbocen con sus propias manos en un proyecto gráfico primero y luego en la realidad con el apoyo multifactorial, construcciones útiles para vivir de forma resiliente y sustentable. Constituye un método de diseño de asentamientos humanos con estas características.
“En estos talleres asisten permacultores del municipio de Palma Soriano de la provincia, y se debaten temas relacionados al trabajo con la semilla, el agua, el suelo y la relación entre estos componentes, para alcanzar la mayor autosuficiencia posible, así como belleza.
“Este diseño se implementará en un sistema local, evaluando las amenazas, vulnerabilidades y riesgos, para la preparación frente a estos, ya sean de origen multifactorial, vinculado al cambio climático, los fenómenos meteorológicos, relaciones familiares, de género, crisis económicas y epidemiológicas. Hay que diseñar dónde vivimos para hacernos más fuertes y resilientes”.
Asimismo, la especialista refrendó que esto forma parte de un movimiento inclusivo, que involucra a toda la comunidad y las familias; con principios éticos como el cuidado de la tierra, las personas, y el destino de los excedentes de tiempo, dinero y recursos con esta finalidad, reuniendo conocimientos y experiencias significativas.
Por otra parte, Ruber Zamora Pereira, facilitador de permacultura perteneciente al grupo nacional, y productor agropecuario del Consejo Popular Nito Ortega, en Palma Soriano, quien se dedica a esta obra desde la década del 90ʼ en un espacio de apenas 1 200 metros cuadrados, compartió:
“Tengo un patio o sistema de diseño, con más de 40 cultivos, entre estos lechuga, pepino, remolacha, zanahoria, habichuela, maracuyá, chayote, frutales. Contribuyo con el proyecto como graduado de Diseño, porque sé que permitirá el incremento del alimento de la población”.
La permacultura, con una visión atinada de los asentamientos humanos en el mundo, y el país, se convierte en una práctica imprescindible para Cuba, que cuenta con una representación significativa en el municipio santiaguero de Palma Soriano.