Debe haber influido en ello, con independencia de la falta de principios y moral de estos, el bloqueo genocida de Estados Unidos por más de 60 años, lo que le ha costado al país 144 mil 413,7 millones de dólares, con el propósito de poner de rodillas al pueblo cubano por hambre y enfermedades; la pandemia de la Covid-19, con la erogación nacional de más de 2 mil millones de pesos, cuya atención, incluyendo el esquema completo de vacunas, es gratuito; así como la crisis económica internacional, que lo ha encarecido todo.

No pueden referirse a la etapa anterior a la Revolución, pues fue una nefasta era republicana, en la que prevaleció la pobreza, el analfabetismo, los problemas de salud y los crímenes contra la población, especialmente de jóvenes.

Hace alrededor de 10 años, publicamos un trabajo con datos oficiales de la época, y que ante esta nueva campaña mediática de los enemigos de la Revolución cubana, es preciso recordar, para claridad de los desmemoriados de dentro y de fuera.

En su alegato “La Historia me Absolverá”, cuando era juzgado por los hechos del Moncada, en agosto de 1953, Fidel Castro expuso las razones fundamentales de esa acción: 200 mil familias cubanas sin una vara de tierra donde sembrar, mientras 300 mil caballerías de tierras productivas estaban en manos de los latifundistas.

La existencia de 400 mil familias del campo y la ciudad viviendo en cuarterías y solares, sin las más elementales condiciones de higiene y salud.

Salvo unas cuantas industrias alimenticias, madereras y textiles, Cuba era una factoría productora de materias primas. Se exportaba azúcar para importar caramelos; se exportaba cueros para importar zapatos; se exporta hierro para importar arados.

En cuanto a la Educación, aspecto esencial del desarrollo social, de acuerdo con datos oficiales, en 1958 funcionaban 7 768 escuelas públicas con17 355 maestros, una matrícula de 582 000 alumnos, y más de 120 000 escuelas privadas. La cantidad de niños en edad escolar rebasaba la cifra de un millón, por lo que había más de 500 mil de estos sin escuela y más de 10 maestros sin trabajo.

En cuanto a la Salud Pública, otro medidor esencial del desarrollo, la situación era más deprimente aún, empezando por una mortalidad infantil de 60 por cada 1 000 nacidos vivos; un promedio de esperanza de vida entre 53 y 55 años; con 9,6 médicos por cada 10 000 habitantes; y en nuestras zonas rurales, en general, había carencia de médicos, enfermeras y hospitales.

Dos ejemplos nada más: Hay más de 1 millón 700 mil alumnos matriculados en todas las enseñanzas, y pese a nuestras actuales dificultades económicas, apenas se rebasa el 7 por cada mil niños nacidos vivos.

Llamativo y revelador de la desigualdad que había entonces, son los resultados de una encuesta realizada por la Agrupación Católica Universitaria sobre el nivel de vida de los obreros agrícolas, pues solamente el 4 % consumía carne; el 2.1 % comía huevos; el 1 % consumía pescado; y el 3,4 % comía pan.

Todos estos datos de Educación y Salud, y otros que tengo en mi poder y que no lo expongo aquí para no abrumarlos, se encuentran en archivos de la UNESCO y la Organización Mundial de la Salud.

Nada de esto tiene que ver con la Cuba de hoy, que trabaja y se esfuerza con amor, por el bienestar de su pueblo, en medio de grandes dificultades económicas, pese a lo cual vive y avanza para el bien de todos.

Volviendo al inicio para llegar al pasado, curar enfermedades es un acto de amor y solidaridad humana en Cuba, pero venir a curarse en un país del cual se desbarra haciéndole el juego al enemigo, es una falta de dignidad, de principios y de respeto a sí mismo.