Defensora de la justicia desde su juventud temprana, abanderada femenina de los estudios universitarios de Ingeniería Química, luchadora en la clandestinidad junto a Frank País, combatiente fusil en mano en la Sierra Maestra y el II Frente, fundadora de la Federación de Mujeres Cubanas, impulsora de la creación de los círculos infantiles y las legislaciones a favor de la familia… a Vilma Espín Guillois le sobraron méritos para ser Heroína de la República de Cuba.

Su imagen, además de expresar la gracia natural de las cubanas, se recuerda manifestándose en la Universidad de Oriente por Cuba y por los derechos estudiantiles, en las redentoras calles de Santiago, con el uniforme verde olivo que solo se quitó momentáneamente para vestir el traje de novia en su inolvidable “boda rebelde” con su compañero de lucha y de la vida Raúl.

Para las mujeres y los hombres que vivimos los tiempos de Vilma es un orgullo, como lo es para Santiago de Cuba pues tiene en ella a una de sus hijas más ilustres, a Vilma también la envuelve esa mítica que acompaña a los legendarios y legendarias combatientes rebeldes como Las Marianas, mujeres que con su ejemplo anunciaban que harían una revolución dentro de la Revolución.

Hoy Vilma está presente en las campesinas que fueron a La Habana a estudiar Corte y Costura, en quienes se ven defendidas en el Código de las Familias, en la madre que disfruta de una licencia de maternidad pagada, renace cada día en el empoderamiento femenino que crece protegido y aupado por el Estado; bien puede decirse que el resultado de las luchas de Vilma es palpable en todas las obras de los cubanos, pues de una forma u otra, fuimos tocados por esa heroína de pueblo.