Siempre que la vida me da la oportunidad disfruto escuchar las historias de su niñez, de su familia, de sus amigos, de lo convulso de su adolescencia, de sus dos grandes amores (sus hijas), de su pasión por la cocina, de sus proyectos actuales y futuros.

“Siempre tuve inclinación por el arte, sobre todo por la música, y disfrutaba dibujar. Mi abuelo también pintaba, Víctor Mirabal, quien fue pintor y periodista. Me gusta mucho la Historia de Cuba, indagar, leer a Martí, las gestas de la independencia y demás.

“Le decía a mi familia que quería ser historiador, porque me entusiasmaban esos temas. Pero siempre me incliné más por la música, las artes plásticas, la pintura”.

Con profundo sentimiento y orgullo comenta sobre su familia, de sus raíces artísticas, entre ellos sobre su abuelo materno, Carlos Martínez Calunga, trabajador del puerto y también lector de tabaquería; su abuela paterna Martha Jean -Claude, gran artista folclorista haitiana.

“Me crié en esos dos mundos, en el del arte y en el del barrio de Cayo Hueso con las comparsas, la rumba; escuchábamos música de todo tipo, y esa fue mi niñez y mi juventud”, afirmó.

Con la sencillez que lo caracteriza recordó sus inicios, cuando su mamá, motivada por sus aptitudes, lo matriculó en un círculo de interés de artes plásticas en el Museo de Bellas Artes, donde realizó sus primeros dibujos con unos cinco años.

“Sin embargo lo primero que hice fue ser deportista, comencé en judo, luego a basquetbol, y de ahí un día fui a una cancha y en un colchón de lucha libre y me fajé con un muchacho y el profesor que me vio me propuso entrar en lucha y así comencé, siendo a los tres meses ya campeón provincial, luego me dieron la EIDE y fui campeón Nacional, fui a la ESPA provincial (Escuela Superior de Perfeccionamiento Atlético), volví a ser Campeón Nacional y luego a la ESPA nacional y de ahí a la preselección del equipo Cuba y también campeón nacional hasta que me volví a fajar con otro profesor y nos votaron a los dos”.

“Estuve en una escuela de conducta dos veces, pero siempre llevé a la par el dibujo; me decían el intelectual porque me gustaba leer, dibujar y escuchar música. Escuchaba diferentes géneros, a Benny Moré, la Nueva Trova, la rumba, los Van Van, la música americana, el jazz…”

Sobre esta etapa de su vida, el artista habla sin reservas pero sí con mucho sentimiento.

En 12 grado aprobó las pruebas de aptitud para entrar a San Alejandro y a la escuela de Diseño, y decidió comenzar en las dos, recibiendo clases en una por las mañanas y en la otra por la noche, respectivamente.

En su trayectoria cuenta también la época en la que trabajó con Alicia Alonso en el Ballet Nacional de Cuba, lo que influyó en que se graduara con honores en la escuela de Diseño, al convertirse con unos 23 años, en el pintor principal del área de diseño de la compañía.

“En esa misma época me gané una beca en los Estados Unidos y no pude ir porque me negaron la visa; luego me dan otra en Europa y estuve cuatro años en Venecia y es allá donde comienza mi carrera internacional, y fue muy importante porque increíblemente aquí prácticamente no conocían mi trabajo pero fuera de aquí sí.

Expresa Mirabal que cuando concluye tenía propuestas de trabajo pero extrañaba mucho a su familia, a su niña mayor que cuando entonces tenía solo dos añitos, así que decidió regresar.

“Comencé a trabajar aquí, en Cuba, pero casi siempre me llamaban del exterior para realizar exposiciones y lo que hacía era pintar aquí y exponer en otros países.

“Luego comencé con la serie de las banderas y al principio se malinterpretó y aún lo siguen haciendo. Pero lo que sí puedo asegurar es que todo lo que hacemos y logramos, es gracias a nuestras propias gestiones y al esfuerzo de todos los que me acompañan en mi carrera. Nadie me ha regalado nada ni tengo todo el apoyo institucional que mucha gente cree que tengo”, afirmó.

Dice el artista que cuando comenzó el conflicto de Estados Unidos y Puerto Rico, en Vieques, dibujó la bandera puertorriqueña con alambres de púas. Fue ahí donde surgió la idea.

“Entonces lo que hice fue ponerle flores a los alambres y en correspondencia a lo que yo quisiera le ponía más o menos flores o alambres. Así comenzó todo. La primera vez que la hice aquí fue en la Bienal del 2009 y me llevaron preso.

“Hemos expuesto en todos los continentes, solo no he estado en Australia, no estuve yo pero sí mi obra. Para nosotros es un honor que mi trabajo sea aclamado por figuras importantísimas de la política y las artes en sentido general, y por supuesto me gustaría tener más presencia en mi país”.

Unas 12 series constan en su trayectoria artística y según destaca una de las más importantes fue la de las manos, la que lo catapultó en el mundo de las artes, dándose a conocer como el pintor de las manos.

“Ahora mismo lo que más me gusta y lo que estoy haciendo son murales con la bandera por toda Cuba, un trabajo que disfruto muchísimo. En avenidas, hospitales, universidades, hoteles…donde quiera que haya una pared y sea posible, habrá un mural con la bandera”, afirmó.

Se autodefine como un mulatico de Cayo Hueso, que siempre va en busca de la felicidad, de la suya y de todos los que lo rodean, siempre con la mejor actitud ante la vida.

“Cuando me toque no estar físicamente, quisiera estar rodeado de mucha gente a la que en algún momento pude ayudar. Mi sueño no es exponer en famosas galerías, mi realización como ser humano es saber que hice el bien o al menos lo intenté, solo así no será en vano mi paso por la vida”.