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La fuerza de un país

02 February 2023 Escrito por  Mayté García Tintoré
Tomada de Internet

*El 3 de febrero de 1962, el presidente John F. Kennedy firmó el bloqueo de Estados Unidos a Cuba y quedó así oficializado

Una señora algo irritada, culpaba a la Revolución de esto y de aquello, dos o tres muchachones se sumaban a la comidilla, para responsabilizar al Estado de todas las carencias por las que hoy atraviesa la nación.

Bastó solo una mirada para mostrar mi desacuerdo; podía haber quedado en silencio porque mis ojos lo habían dicho todo, pero No - tantas veces he dicho que el que calla otorga- preferí a riesgos de estar en desventaja, alzar mi voz.

“Ustedes y yo tenemos un mismo enemigo. Pasa como inadvertido porque a veces estamos en el pueblo y no vemos las casas; es más cómodo repetirse como papagayos y de paso hacerle el juego a la contrarrevolución, que es más fácil que darle el frente.

“La gente en ocasiones se convierte en músico de oído. Yo tampoco tengo mucho que comer, no me alcanza el dinero, sufro con los apagones, camino kilómetros porque me impaciento esperando un transporte que llega atiborrado de personas, y me siento impotente cuando preciso de un servicio y la respuesta es negativa.

“Yo también vivo en Cuba y por momentos siento que la soga quiere llegarme al cuello, pero No, no permito que se culpe al proyecto social más humano que he conocido; soñado y construido por Fidel, un hombre que entregó a esta Revolución su alma, corazón y vida. Y que tuvo además, el mérito mayor de haberla forjado en las mismas narices de los Estados Unidos y enfrentando su criminal bloqueo”.

Mis palabras provocaron silencio en aquel grupo, en medio de una espera para comprar en la bodega; entonces el tono incisivo contra el Gobierno cubano cambió, y empezamos a dialogar, sin obviar las fisuras que pudieran dañar la obra cotidiana.

El sol quema con la misma luz con que alumbra. El sol tiene manchas. Los agradecidos ven la luz. Los desagradecidos ven las manchas, sentenció Martí, y hago mías sus palabras cuando afronto desencuentros como este.

Y es cierto que convivimos con ilegalidades, mecanismos erróneos, corrupción, delito, indisciplinas y pérdidas de valores. Fenómenos sociales presentes en la sociedad cubana actual -que no deben escudarse en el bloqueo- y que tenemos que enfrentar si queremos una Cuba mejor.

Pero también es cierto que un enemigo nos acompaña desde hace 61 años, que le molesta que avancemos, que nos mantiene una persecución tenaz, constante, para asfixiar cualquier gestión económica con el mundo; que presiona a quien intente comerciar o invertir en la isla, que castiga a sus socios si se atreven a transportarnos mercancías, y pone a esas naciones -estados libres, soberanos e independientes- en la balanza: quiero, pero no puedo.

Y es que el bloqueo es una guerra universal; por eso califica también como un ‘crimen internacional de genocidio’, puesto en marcha a sabiendas de su poderío militar, económico y de la sumisión y obediencia de las derechas políticas de gobiernos del mundo.

Si usted es de los que juzgan a la primera, mire a su alrededor, realice un examen de conciencia antes de culpar a quienes están impulsando un país, que no solo se enfrentan a una crisis económica mundial que acrecentó la Covid-19. También sortean fenómenos naturales, desastres inesperados, contingencias diversas; que precisan de acciones emergentes y de recursos que muchas veces no están disponibles y hay que priorizar. No es tarea fácil impulsar un país, y es de titanes lo que hacen el Gobierno y el Estado cubanos.

El bloqueo no es como algunos piensan, la palabra que lo justifica todo; está ahí, en el plano doméstico, con el barco con pollo o arroz que no zarpa, o la materia prima para el aceite o el aseo que tenemos que importar y no llega.

Pero también está en la imposibilidad de acceder a medicamentos novedosos para el tratamiento del cáncer o comprar modernos equipos para salvar o prolongar vidas.

Está mediando la adquisición de insumos médicos, de partes y piezas para realizar trasplantes, implantes, prótesis.

Obstaculiza la venta de piezas de repuesto para maquinarias, impide revitalizar el transporte público, modernizar nuestros equipos agrícolas y obtener plaguicidas; nos limita la compra de materiales escolares, de medios de enseñanza, de equipos tecnológicos, instrumentos musicales e implementos deportivos necesarios para la formación profesional del mañana. Restringe donaciones solidarias y constituye una violación flagrante, masiva y sistemática de los derechos humanos de todo un pueblo.

Desde hace 61 años vivimos una guerra en tiempos de paz; sin embargo, los que llevamos a Fidel y a la Revolución como madre a su hijo, seguimos optimistas, invencibles, porque contamos con un arma más poderosa que las 29 administraciones estadounidenses que han intentado asfixiarnos por hambre.

Entonces, que las miserias materiales no afloren las miserias humanas. Ciérrele el paso a quienes piden a gritos -y manipulados por el vecino del Norte- que el Gobierno dimita.

Son tiempos difíciles, para usted, para mí, para todos los cubanos que, bloqueados, continuamos en medio de las limitaciones, soñando y construyendo, porque nos une la fuerza de un país.

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