Santiago de Cuba,

Paulina, la madre negra de Martí

24 January 2023 Escrito por  Mayte García Tintoré

Mucho se conoce de la vida de Martí, pero no siempre se habla de que el Apóstol tuvo, además de Leonor Pérez, su madre, otra mujer que lo acompañó, cuidó y protegió como a un hijo.

Se llamaba Paulina Hernández Hernández, era de origen Carabalí, nació en Consolación del Sur, Pinar del Rio, en 1855; dos años menor que el héroe.

La historia recoge que sus padres fueron esclavos manumisos y antes del nacimiento habían comprado su libertad. También que a los 33 años la joven morena emigró a Cayo Hueso junto a su madre y otras seis mujeres; logró trasladarse a Key West, donde contrajo matrimonio con Ruperto Pedroso, y ambos libres, siguiendo la ruta de otros cubanos, pudieron comprar con el fruto de su trabajo una casa en Ybor City, Tampa, que convirtieron en fonda y hostal de huéspedes, fundamentalmente emigrantes.

PaulinaPaulina conoce a Martí en su primera visita a Tampa y entre los dos fluyó esa química a veces difícil de describir. El anhelo de una República “con todos y para el bien de todos”, los unió al punto de que al fracasar el Plan La Fernandina, la familia Pedroso hipotecó la vivienda -único bien material obtenido con inmenso sacrificio- para entregar el dinero en aras del ideal independentista martiano.

A los quehaceres de atender huéspedes, su desempeño como cocinera y costurera, Paulina sumó una nueva misión: unificar en la causa revolucionaria a hombres y mujeres de su raza; Por eso funda en su hogar La Liga, sociedad análoga a una de Nueva York, que auspiciaba la superación cultural de los emigrados negros.

Son muchas las anécdotas entre Paulina y Martí. Ella se desdobló como enfermera para cuidarlo ante un intento de envenenamiento; veló su sueño, le suministró los medicamentos y atendió sus necesidades durante la gravedad y en la convalecencia. Ruperto, su esposo, se encargó de la seguridad personal del Maestro y durmió en el pasillo de su habitación mientras se recuperaba.

Narran que desde entonces Martí decidió alojarse en la casa de los Pedroso todas las veces que estuvo en Tampa. Y que tras el intento de envenenamiento solo ingería alimentos elaborados y servidos por Paulina.

paulina3Allí dormía siempre en el primer cuarto de la pensión y sus dueños colocaban una bandera cubana en la puerta. Dicen que en las noches muchos patriotas se reunían para intentar hablar con el Apóstol, y se produjo el reencuentro con sus envenenadores, que Paulina relatara a Gonzalo de Quesada y Aróstegui.

“Ruperto hizo ademán de lanzarse sobre él. Martí lo contuvo y, echándole el brazo al visitante por encima del hombro, se encerró en su cuarto con él. Al cabo de un largo rato, el otro salió con los ojos enrojecidos y el rostro más alto. Cuando se hubo marchado, Ruperto le reprochó a Martí su confianza. -Este –contestó- será uno de los que habrá de disparar en Cuba los primeros tiros”.

Y así fue. Aquel habanero nombrado Valentín Castro se alistó en una expedición de Serafín Sánchez y Carlos Roloff y terminó la guerra con el grado de comandante del Ejército Libertador.

Sin duda, en la vida del Más Universal de los Cubanos otra madre, una mujer negra, robó su cariño; y ese amor fue reciproco y así quedó plasmado en el periódico Cuba en Tampa cuando Paulina sobre la muerte del Apóstol dijo con profundo dolor y admiración:

“¡Martí! Te quise como madre, te reverencio como cubana, te idolatro como precursor de nuestra libertad, te lloro como mártir de la patria.

Todos, negros y blancos, ricos o pobres, ilustrados o ignorantes, te rendimos el culto de nuestro amor. Tú fuiste bueno: a ti deberá Cuba su independencia”.

paulina4Paulina regresó por razones de salud a Cuba en 1910, viuda, ciega y muy enferma. Muere tres años después en su natal Pinar del Río, el 22 de mayo de 1913, a los 58 años. Su última voluntad: ser enterrada con una foto de Martí en la que el Héroe Nacional le había escrito al dorso la siguiente dedicatoria: “Para Paulina, mi madre negra”.

Pie de foto: En 1993 el nombre de Paulina fue incluido en el Salón de la Fama de mujeres floridanas ilustres Pie de foto: Busto de Paulina en las márgenes del río Hillsborough,

junto a otras personalidades que contribuyeron al bienestar, el progreso y la cultura de la ciudad, Tampa Pie de foto: Parque Amigos de José Martí en Ybor City, donde estuvo la casa de Paulina y Ruperto.

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