De sus 30 piezas, entre estas, obras planimétricas y performances comenta que lo más importante es el material reciclado, su uso es una respuesta a las faltas, que no pueden detenerme; rescatar un cartón de refrigerador, de un basurero, y transformarlo para traerlo a una galería, es un proceso de reinvención, en donde convierto mis ideas en símbolos, a través del uso de colores e instalaciones, para darle una mirada diferente a las cosas.

Aprovechando las posibilidades de innovación, que brinda el arte contemporáneo y con el uso de la técnica mixta, Yuri, concluye este proyecto que había dado inicio, desde el confinamiento por la pandemia de Covid-19. La galería, fue también su taller y le atribuye un valor importante a este espacio, que utilizó días antes de que abriera para los espectadores, y plasmó conceptos, que llevan impreso, el salir de la zona de confort.

El ingenioso nombre que da vida a la exposición, lo remonta, a hace unos años, cuando en pleno proceso de crear, unos amigos lo visitaron; a ellos brindó lo que tenía en casa; con un huevo, hizo una tortilla, que compuso con espinacas -uno de ellos tuvo la ocurrencia de decir: que "estás son las tortillas de Popeye".

Entonces encontró una similitud que solo el artista puede descubrir, entre una referencia a un dibujo animado y su obra, "Tortilla, por la mezcla de todos los elementos, nosotros somos los cocineros de nuestra vida; el arte es mi ingrediente. A Popeye le hacía fuerte comer espinacas y a mí me ha hecho fuerte el sacrificio y el trabajo de comunicar y transmitir".

Una vez más, los espacios de la ciudad, son conquistados por jóvenes que desde su sentir y sus necesidades, encuentran una propia y original perspectiva, para establecer una conexión con un público variado, que cada vez más se va entrenando y educando en la apreciación.