Peculiar relación esa, porque hace como medio siglo atrás, los santiagueros le temían, cada vez que el fornido outfielder del “Granjeros” camagüeyano se encaminaba hacia el cajón de bateador del home play y en todo el “Guillermón Moncada” resonaba: “con el número… Eduardo Tiburón Morales, jardinero central”.

Luego, la gente aquí no salía de su asombro, cuando se iba enterando que aquel cantante tan popular y de voz inconfundible, líder de ese volcán sonoro y sonero llamado Son 14 que irrumpió en 1978 en los escenarios de esta ciudad era el mismísimo pelotero “Tiburón” Morales.

Aquello ya es historia, latente pero historia al fin que sirve de pincelada a conversaciones como la que sigue con una de las figuras puntuales en el Festival MatamoroSon.

Esta vez fuimos casi el primero en llegar a la sala del hogar de “Tiburón”. Pero en minutos, el recinto estaba repleto: músicos, productores de TV, representantes, camarógrafos, periodistas, cantantes…

Sentado en su balance parece el rey de la tribu: todos quieren darle la mano, abrazarlo, reverenciarlo… Las Adalias le cantaron “Calle Enramadas” y él, claro, puso su sello con una breve improvisación muy aplaudida.

Por suerte nadie habló de béisbol ni de que “Tiburón” fue el segundo pelotero en las series nacionales de pelota en Cuba, en conectar un jonrón “de piernas”, o dentro del terreno como es correcto decir, solo precedido por Owen Blandino.

De tratar allí temas de pelota, el encuentro quizás aún no se hubiera terminado. Porque a Eduardo le gusta tanto el béisbol como cantar. ¿Ejemplo? En su natal Francisco Guayabal, entonces camagüeyano y hoy tunero, lo mismo dejaba plantada una actuación artística por irse a jugar pelota, que embarcaba al equipo en medio de un partido, por subirse a una tarima.

Finalmente, pudo más la música y junto con Adalberto Álvarez y otros camagüeyanos, llega a Santiago de Cuba para fundar la leyenda Son 14 que debuta en el cine Cuba, de la calle Enramadas, durante una asamblea partidista, en 1978.

Recorremos con la vista, la sala del hogar de Eduardo Morales Orozco: allá Tito Puente asombrado junto a Tiburón; acá, Oscar D´León sonriente al lado del líder de Son 14; en un extremo el diploma al intérprete cubano, cuando le entregaron El Escudo de la Ciudad; por aquí, Andy Montañez y Tiburón… 

Ahora, en medio de frases y anécdotas, Fernando Dewar, tresero y director del Septeto Santiaguero sorprende a Tiburón y a los demás, cuando le dice:

“Te traigo una sorpresa, de una persona que te quiere mucho”. Eduardo no oculta su interés. Y en la pantalla que domina el recinto, aparece la imagen y se escuchan las palabras de José Alberto Justiniano Andújar, mejor: José Alberto el Canario:

“Tiburón Morales es una de las grandes voces que nos ha regalado Cuba; uno de los grandes soneros, uno de los grandes artistas que por años y años vengo escuchando, vengo estudiando su estilo. Y cuando me tocó la oportunidad, junto al Septeto Santiaguero, de compartir uno de los temas que interpreto y cantarlo a dúo con Tiburón, para mí fue un sueño hecho realidad, ya que por muchos años vengo siguiendo su estilo, su carrera y esa voz única de Tiburón Morales… una gran estrella de Cuba.

“¡Qué les puedo decir… me enorgullece personalmente, ser parte de la carrera que ha venido llevando Tiburón Morales!”.

Entonces, el célebre cantante dominicano enfatizó aún más sus palabras al decir:  

“¡Tiburón, de parte de El Canario mucho cariño! Y recuerda que yo te debo una plancha; que me prestaste una allá en Santiago de Cuba y parece que yo no sé… dejó de funcionar y yo te dije que te iba a llevar una. Pero no he vuelto a Santiago de Cuba; cuando vuelva te llevo la plancha. Te quiero, mi hermano; muchas bendiciones, mucha salud; que Dios te colme con todo lo mejor para ti, toda tu familia y los tuyos. Espero verte pronto, así que, mi hermano, que viva el son y que viva Tiburón Morales para toda Cuba.

El sorpresivo “asalto” al “cuartel general” del Tiburón de Son 14 prosiguió un rato más. El intérprete que tanto ha hecho bailar y vibrar públicos está contento, emocionado; para cada uno de quienes lo acompañamos en su hogar, tiene una palabra estimulante, de cariño que él parece sacar de un cofre donde guarda el amor que Santiago de Cuba le regala cada mañana.