El director, Digsan Martínez Vergara, dijo que el proceso inversionista tendrá un gran impacto económico para el país, pues ahorra dinero por pronto despacho y contribuye, además, al posible incremento de buques.
Al mismo tiempo, subrayó, mejora el flujo tecnológico y la estabilidad, con la consiguiente repercusión en la calidad de los cereales, libres de impurezas.
Sandra Abreu Rodríguez, jefa técnica, dijo que el proyecto se concibió a partir de la sustitución del equipamiento de descarga y almacenamiento de cereales, a tenor de la obsolescencia tecnológica de la industria, a fin de dotar a la planta de equipos mucho más modernos y eficientes.
Agregó que la obra se estructuró en tres etapas, en pos de mantener el flujo productivo del molinado de harina de trigo, y poder garantizar el 42 % de la demanda de esa materia prima básica en la confección del pan de la población y otros renglones alimenticios.
Tras varias interrupciones en la ejecución, como consecuencia de la COVID-19, quedó restablecida la secuencia de trabajo que finalizó el pasado sábado, con el montaje mecánico de tres elevadores cangilones, báscula y transportador.
Abreu Rodríguez precisó que, luego de todos estos beneficios técnicos –completamente automatizados–, la industria estará en condiciones de lograr una descarga de 300 toneladas por hora a un transportador, entregar un producto mucho más limpio, y contar con un sistema de llenado eficiente, provisto de sensores de temperatura y humedad.