Santiago de Cuba,

Yolaimi Hernández: “Mi hijo se perdió y casi me vuelvo loca”

29 September 2022 Escrito por  Angélica Arce Montero, Thalía Fuentes Puebla

Los vientos de Ian empezaron a despegar las fibras de la casa de Yolaimi Hernández Gutiérrez sobre las 2:45 de la mañana. Después, como un efecto dominó, el resto se fue levantando hasta que el techo quedó vacío y desprotegido de la lluvia que se tornaba más fuerte en la medida en que pasaban las horas de la madrugada del 27 de septiembre.

Su abuela, que desde hace tiempo está postrada, y su hijo Orlendis, de 11 años, quien padece una enfermedad crónica, fueron los que peor pasaron la noche.

Yolaimi, mientras recorre la casa, nos cuenta con detalles la pesadilla que vivió. “Mi abuela de 99 años estaba acostada en la sala cuando la lluvia comenzó escurrirse por el techo. La levanté y la senté en una silla en la cocina. Cuando mi hijo y yo recostábamos su colchón en la pared, todo el techo, incluido la madera, cayó prácticamente encima de nosotros.

“Imagínate. El niño se puso muy nervioso, comenzó a llorar. Saqué fuerzas de dónde no tenía, abracé a mi abuela y la cargué hasta el baño del final de la casa, que es el único con techo de placa. Con el otro brazo arrastraba a Orlandis que estaba en shock y no podía moverse.

“Todo pasó en cuestiones de segundos. Detrás de nosotros caían las fibras y los palos. Mi hijo se perdió y yo solo gritaba. Casi me vuelvo loca. El tiempo se volvió eterno. Él estaba escondido debajo de la cama del segundo cuarto y tuve que halarlo por los pies porque no quería salir”.

Esta vueltabajera recordará esa noche como la peor de su vida. Estuvieron más de seis horas los tres en el baño que apenas mide cuatro metros cuadrados. Mientras el aire soplaba, ella sostenía una puerta de madera para que las ráfagas no entraran a su refugio. La abuela pedía desesperadamente que la acostaran en el piso porque le dolía todo el cuerpo, pero era imposible cumplir con esa petición en esas circunstancias.

Cree que hubo poca información sobre los posibles efectos que tendría Ian, pese a que en Pinar del Río casi todos tienen cultura ciclónica y saben cómo enfrentar fenómenos de este tipo. “Lo que más afectó fue que el aire vino de frente. Eso nunca había pasado”.

Yolaimi nos enseña las grietas en las paredes. Aún, después de muchas horas está nerviosa. Ha pasado por incendios, hace seis meses robaron todas sus pertenencias, pero afirma que la noche del 27 de septiembre fue una película de terror sin punto final.

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